ATENTADO. ASI FUERON LAS 24 HORAS DE AZNAR EN LA CLINICA
- El líder del PP aguantó con resignación su estancia en la clínica Ruber y gastó bromas con sus colaboradores
- "Ya no me quedan más pruebas que pasar", le dijo a Calvo Sotelo
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Cundo José María Aznar abandonó poco después de las diez de esta mañana la clínica Ruber de Madrid, del brazo de su esposa, Ana Botella, puso fin a una pesadilla de 24 horas en la que salió indemne de la barbarie etarra y volvió a la vida milagrosamente, gracias al blindaje de su coche, que le protegió de un coche bomba cargado con más de 25 kilos de explosivos.
Atrás quedó toda una jornada de sobresaltos, de tensión y preocupación vividas por los familiares y amigos de Aznar, así como por los dirigente, militantes y simpatizantes del PP, al igual que por los representantes de otras fuerzas políticas, sindicales y sociales.
ETA atentó contra el casi seguro sucesor de Felipe González en la Moncloa, pero no vio cumplido su objetivo y Aznar tan sólo sufrió un leve rasguño en la mejilla y un ligero "chamuscón" de pelo.
A pesar de la violencia de la explosión, el líder popular, que ayer vio de cerca la muerte, mantuvo en todo momento la serenidad y la compostura suficiente para abandonar por su propo pie el vehículo destrozado por la onda expansiva e interesarse por el estado de las personas que le acompañaban.
En un principio acudió a la clínica Belén, cercana al lugar del atentado, y desde allí fue trasladado a la clínica Ruber, para que los médicos le realizaran un examen más completo, con el fin de detectar posibles lesiones internas apenas perceptibles a simple vista.
Durante su estancia en la Ruber, Aznar intentó por todos los medios reanudar su actividad y respetar su agenda, que par la jornada de ayer recogía una audiencia con el Rey y para la de hoy una visita a la base naval de Rota.
El presidente del PP transmitió a sus colaboradores más inmediatos que no debían suspender sus quehaceres y que él quería acudir a la Zarzuela porque se encontraba bien y con buen ánimo.
Sin embargo, los médicos le obligaron a permanecer durante toda la noche en el centro para comprobar la evolución de una arritmia que le detectaron en una exploración, decisión que Aznar encajó con cierta iroía.
PESADOS Y MANIATICOS
"Los médicos son muy buenos, pero un poco pesados y maniáticos, y no me dejan salir", comentó poco después, en plena calle, ante una nube de periodistas y centenares de personas que se congregaron en las inmediaciones de la clínica.
Aznar estuvo acompañado en la habitación 217 de la clínica Ruber (las dos contiguas fueron habilitadas para salas de visitas) por su esposa y sus hijos mayores, José María y Ana, quienes abandonaron el colegio al enterarse de la noticia del tentado.
Tomó una comida ligera y cenó una ensalada, un filete a la plancha y fruta. Pidió que le trajeran una radio a la habitación y tuvo oportunidad de ver un rato la televisión que estaba instalada en la habitación.
Aznar, según explicaron personas próximas a su entorno, gastó alguna broma con sus colaboradores. A alguno le dijo que había visto el atentado en directo y en diferido. A otros les recordó los dos "roscos" del Real Madrid al Atlético en el Vicente Calderón y al ex presidente del Gbierno Leopoldo Calvo Sotelo le comentó que, después de lo de ayer, ya no le quedan más pruebas que pasar.
Recibió infinidad de llamadas telefónicas para interesarse por su estado, como las de los reyes y las del presidente del Gobierno, Felipe González. También llamaron por teléfono Narcís Serra, Jordi Pujol, Adolfo Suárez, José María Cuevas, Cándido Méndez, Emilio Botín, Yasir Arafat y Giscard D'Estaing.
Al mismo tiempo, en Génova, 13 (sede central del partido) y en las próximidades de la clínia Ruber centenares de personas se agolpaban en la calle para solidarizarse con el presidente del PP y ofrecerle muestras de cariño.
NORMA DUVAL
Por el hospital desfilaron diputados del PP, como Loyola de Palacio, Luis Ramallo, José María Michavila, Rodolfo Martín Villa y Rafael Arias Salgado, así como otras personalidades, como el ex jefe de la Casa Real Sabino Fernández Campo o el ex Defensor del Pueblo Joaquín Ruíz Giménez.
Tampoco pasó desapercibida la visita de la 'vedette' Norma Duval, cuy presencia es bastante habitual en los mítines del PP, y quien afirmó a su salida de la clínica, entre la admiración del público masculino, que Aznar "da lecciones a todos de entereza, de hombre democrático y de gran persona".
Entre los corrillos de la gente concentrada frente al centro sanitario algunos se mostraban crispados por el salvaje atentado contra el dirigente del PP y acusaban al Gobierno de la situación política actual. Otros pugnaban con los periodistas y cámaras de televisión para saluda y animar a los responsables del PP que acudían a la clínica a visitar a Aznar.
El líder popular pasó su primera y última noche en el hospital tranquilo y con buen ánimo. Cuando se levantó pidió los periódicos de la mañana para leer las noticias sobre el atentado y desayunó un té y naranjas.
Posteriormente, y vestido con un pantalón gris, una camisa azul clara y un jersey beige por los hombros y anudado en el pecho, abandonó la clínica, saludando a las personas que le aplaudían y le dedicaban grios de ánimo.
Aznar y Ana Botella se introdujeron en un Volvo gris metalizado aparcado en la puerta y emprendieron con gran velocidad el camino a su casa, con ganas de olvidar un mal sueño y aferrarse de nuevo a la vida, con la misma firmeza y serenidad que acompañan la personalidad del líder del PP.
(SERVIMEDIA)
20 Abr 1995
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