En un comunicado de prensa, el cardenal recurre a unas palabras suyas hechas públicas recientemente en las que definía al terrorismo como "una lacra y pecado que alcanza dimensiones globales, delata una adical inhumanidad, es la perversa y odiosa expresión del desprecio al hombre mismo, la más brutal negación de la dignidad de la persona humana y del mandamiento inscrito en el corazón del hombre, voz que se puede llegar a velar o distorsionar, aunque nunca acallar".

"Los actos terroristas manifiestan la más grave de las tentaciones: manipular a Dios y malinterpretar su verdad y su ley", añade la nota, en la que se ruega una oración por el eterno descanso de los ertzainas fallecidos".