La campaña de AI subraya los abusos cometidos por los policías y los funcionarios de prisiones estadounidenses, el uso arbitrario y racista de la pena de la muerte, el encarcelamiento de solicitantes de asilo y la reticencia a respetar las normas internacionales. Asimismo, denuncia el uso de herramientas de represión de tecnología avanzada, como los dispositivos de electrochoque o los aerosoles químicos, y la discriminación en el respeto a los derechos humanos según la raza y la situación económica de las personas.

Por último, la campaña llama la atención hacia el doble rasero que, según Amnistía, existe en Estados Unidos respecto a la política exterior y los compromisos internacionales de derechos humanos.

En este sentido, Amnistía critica el papel esempeñado por Estados Unidos en el establecimiento de un sistema internacional de protección de los derechos humanos "que contrasta notablemente con su reticencia a someter su propio historial de derechos humanos al escrutinio internacional y a respetar las mismas normas cuyo respeto exige a otros países".