Los conservacionistas consideran que la construcción de los 42 embalses previstos en el proyecto provocará la destrucción de amplias zonas montañosas, riberas, quejigares y hayedos, y afectará a algún parque natural,, como el de Guara.

Asimismo, insisten en que en esas áreas habitan numerosas especies animales protgidas, como el buitre leonado, el quebrantahuesos, el buho real, el águila real, la nutria, el corzo o la cabra hispánica.

Otra de las críticas que realiza la Coda en sus alegaciones hace referencia al objetivo final de algunos embalses, que destinarán la mayor parte del agua al abastecimento de nuevos cultivos.

Los ecologistas han recordado al presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro, Antonio Aragón, que intenta poner en regadío casi 400.000 nuevas hectáreas, cuando la CE, dado el grn volumen de excedentes agrícolas, apoya económicamente el abandono de tierras y la extensificación de los cultivos.

Por ello, la coordinadora conservacionista cree que la mayor parte de esos regadíos serán irrentables y destruirán amplias áreas de gran valor ecológico.

Según la Coda, los embalses que causarán mayor impacto son el de Itoiz, en Navarra, que anegaría, además, varios pueblos; el de Oteiza, también en Navarra; la ampliación del que ya existe en Yesa (Huesca), y el de Bárcena, en Burgs.

También citan los del Val y Moros, en Zaragoza; el embalse del Rincón de San Antoni, en Teruel; el de Jánovas y el de Montearagón, ambos en Huesca, y el de Arraiz, en Navarra.