Según consta en las declaraciones realizadas ante el juez por algunos de los vecinos de La Puebla, el doctor Angel de la Cal entró en su consulta una madrugada, cuando ya se había descubierto el caso. Según estos mimos testigos, el facultativo extrajo del interior del consultorio algunos documentos. Estos hechos tenían lugar días antes de que se practicara el registro ordenado por el juez que instruye el sumario.

El doctor, por su parte, ha reconocido ante el magistrado que cudió a la consulta aunque justificó el hecho en la necesidad de recoger algunos objetos personales de los que disponía en un dormitorio anejo a la consulta.

Tras iniciar la práctica de diligencias previas, el juez ordenó la entrada y registro de la consulta de La Puebla y el domicilio particular del médico en la capital de Aragón, donde este ejercía la medicina privada. En ninguno de los dos lugares se hallaron historias clínicas de sus pacientes o fotografías de las mismas.