El jefe de la delegación regional del CICR en Níger y Mali, Jürg Eglin, aseguró que "las condiciones de vida de muchas familias se han deteriorado de forma drástica en los últimos meses". "Encontrar agua y sustento para la familia se ha convertido en una lucha diaria, que lleva a la gente a situaciones límite", añadió.

El CICR señaló que, a pesar de que la estación lluviosa ha aportado cierto alivio a la población de la zona del Sahel (África subsahariana occidental), ésta vive en condiciones muy difíciles.

De hecho, la vida de cientos de miles de personas se ha visto afectada desde el año pasado por sucesivas sequías e inundaciones, que han causado la muerte del ganado y destruido cultivos y cosechas. Además, esta crisis se agrava con los enfrentamientos entre agricultores y pastores que se disputan la tierra y las escasas fuentes de agua, así como por el bandolerismo armado.

Dada esta situación, el CICR compró a ganaderos de Agadez (norte de Níger) y de Gao y Tombuctú (norte de Mali) unas 36.000 cabezas de ganado, en su mayoría cabras y ovejas, cuando aún estaban en condiciones aceptables y después de sacrificar a las reses distribuyó la carne a las familias necesitadas.

Esta operación aumentó el poder adquisitivo de los ganaderos, a la vez que estabilizó el precio del ganado en el mercado con una reducción de la oferta.

Además, otros 60.000 animales con mayores posibilidades de sobrevivir a la sequía recibieron atención veterinaria y pienso gracias al CICR, una de las pocas organizaciones humanitarias que trabajan en el norte de Níger y en Mali.

Por otro lado, el CICR ha distribuido raciones alimentarias a unas 200.000 personas desde el pasado mes de abril en Mali y Níger para colmar eventuales carencias hasta la próxima cosecha, que tendrá lugar el próximo mes de octubre, y ha repartido semillas de sorgo, mijo y arroz a 65.000 agricultores.