Eran las siete de la tarde cuando los jugadores, junto al cuerpo técnico, llegaban al Palacio de La Moncloa para compartir la Copa del Mundo con el Gobierno, en una carpa instalada en los jardines y que albergaba desde mucho rato antes a miembros del ejecutivo pero también a los funcionarios del complejo y a sus hijos.

Sólo las botellas de agua repartidas por los propios funcionarios paliaron el calor sofocante en el que decenas de niños esperaban a los jugadores ataviados con la camiseta de la selección y a los que la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega firmó varios autógrafos.

La primera imagen de la selección en Moncloa fue con el hijo del seleccionador, Vicente del Bosque, Álvaro, con síndrome de Down, portando la Copa del Mundo tal y como su padre le había prometido que le permitiría en caso de ganar.

Una pancarta en la que se leía “Felicidades campeones” saludó a los jugadores, que fueron recibidos y saludados uno por uno por el presidente a pie de autobús, y después acogidos con gritos de “campeones, campeones” por los aficionados congregados, que incitaron a todos ellos a botar con la Copa.

Fue Iker Casillas el que puso la Copa en el atril y dio la palabra al seleccionador nacional, Vicente del Bosque, que dedicó el triunfo a toda la familia del fútbol español. Después, el capitán del equipo lo dedicó a España entera, cuyo nombre “va a estar cuatro años en lo más alto del mundo”. “Muchas gracias, viva España”, gritó Casillas.

“Enhorabuena a los campeones y a España por este gran triunfo histórico”, proclamó después el presidente, que felicitó a los 23 jugadores, al cuerpo técnico y a la Federación.

La victoria la han conseguido los jugadores, subrayó, “pero detrás han tenido la fuerza unida de todos los españoles para que la mejor imagen de España brille en el mundo”, la Copa “la han ganado ellos”, apuntó, pero “es de todos los españoles” y de quienes durante generaciones buscaron ese triunfo.

Han ganado, dijo el presidente, “por ser los mejores, por jugar en equipo, por jugar limpio, por la buena actitud, por saber estar en el campo y fuera del campo” y por haber demostrado que son “buena gente”.

De Casillas el presidente destacó “el paradón” al holandés Robben, pero su referencia expresa fue sobre todo para el autor del gol de la victoria, Andrés Iniesta, de quien destacó su “buen fútbol” y su “calidad humana” demostrada al recordar a su amigo fallecido Dani Jarque. No hay mejor referente para la juventud, aseguró, que quien “con orgullo viste la roja y defiende la bandera” portada por la selección.

El presidente tuvo también una mención para el seleccionador, al que aseguró que los españoles admiran por su serenidad, fuerza, templanza, educación, y porque “nos ha representado con dignidad”.

Ahora, concluyó, toca trabajar para defender esa victoria y para luchar por los siguientes torneos en un deporte que en España vive su “edad de oro”.

El protocolo previsto se rompió cuando Iniesta entregó al presidente una camiseta de la selección firmada por todos los jugadores y sus compañeros le incitaron a tomar la palabra, lo que hizo para agradecer el recibimiento y subrayar el orgullo por el equipo y la afición. “Esta copita es de todos”, dijo Iniesta emocionado.

Concluida la recepción en el Palacio de La Moncloa, los jugadores fueron subiendo al autocar descubierto en el que recorrerán las principales calles de Madrid para ofrecer el triunfo a toda la afición.