La campaña ha estado marcada por los problemas ocasionados por el elevado régimen de precipitaciones y de bajas temperaturas del invierno y del inicio de la primavera, que no han permitido realizar las operaciones de siembra, abonado o la aplicación de productos fitosanitarios en el momento más oportuno.

La inesperada subida de las temperaturas de las últimas semanas de mayo ha acentuados los problemas que arrastraban los diferentes cultivos en determinadas zonas.

Sin embargo, UPA considera que la producción de la nueva cosecha de otoño-invierno será algo superior a la obtenida en la campaña pasada, una de las más bajas de la última década, en la que la producción de cereales (trigo, cebada, avena, centeno y triticale) se situó en 13,5 millones de toneladas, un 31% menos que en el año anterior. De esta cantidad, 7,2 millones correspondieron a cebada y 4,8 millones a trigo.