Este muestreo empresarial refleja que las "pymes" son conscientes de su retraso en la incorporación de tecnología a sus procesos de producción y gestión respecto a otros países desarrollados, al tiempo que denuncian el grado de cooperación casi nulo que hay con universidades y centros públicos de investigación. Las pequeñas y medianas empresas españolas responden mayoritariamente (96%) a favor del I+D y reconocen sus beneficios potenciales, pero inciden en la dificultad de materializarlos.

Por ello, un 71% señala que compran innovaciones tecnológicas ya desarrolladas en el extranjero y un 24% dicen hacerlo en otros sectores del mercado para aplicarlo a su negocio, pese a destacar el esfuerzo que hacen en su seno interno por mejorar los procesos de producción (80%).