(REPORTAJE)
Los peregrinos pueden ver la roca original del sepulcro de Cristo
- La tumba se ha abierto en 2017 por primera vez en 500 años
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Los peregrinos que visiten la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén esta Semana Santa encontrarán importantes novedades. El edículo, la pequeña construcción que protege la tumba de Cristo, ha sido restaurado en profundidad. Aprovechando esta reforma, fue retirada por tres días la lápida de mármol que cubre el sepulcro, algo que se ha hecho por vez primera desde 1555. Ahora los visitantes pueden ver, a través de una pequeña ventana, la roca original que albergó el cuerpo de Jesús.
“Sí, estuve allí porque me encargaron realizar la documentación fotográfica del acontecimiento por parte de la Custodia de Tierra Santa. Vi cómo se hacían los preparativos para correr la losa que cubría la roca de la tumba. Oía los comentarios y, finalmente, después de correr la losa, pude observar lo que había debajo”. Quien así se expresa es el sacerdote franciscano Enrique Bermejo, una de las pocas personas que ha podido ver con sus propios ojos lo que se oculta debajo de la losa de mármol que cubre la tumba donde yació el cuerpo inerte de Jesucristo.
La tumba permaneció abierta durante 60 horas, entre el miércoles 26 y el viernes 28 del pasado mes de octubre. Hacía exactamente 462 años que no se tocaba el revestimiento de mármol que cubre el sepulcro. Pasadas esas horas se volvió a cerrar.
Los terremotos, la humedad que genera la respiración de los peregrinos y el calor y humo de las velas habían herido de muerte el edículo, el templete que protege el lugar exacto donde se encuentra la tumba de Cristo, y los sucesivos arreglos practicados a lo largo de los años no habían logrado frenar el deterioro. Por ello, tras negociar en secreto durante meses, los responsables de las tres confesiones cristianas que comparten la propiedad de la Basílica (greco-ortodoxa, católica y apostólica armenia) sellaron un acuerdo para acometer una restauración completa del lugar más venerado de la cristiandad.
¿QUÉ SE ENCONTRÓ DENTRO DE LA TUMBA?
Los trabajos han incluido la apertura, limpieza y restauración de la lápida caliza que cubre la que fuera la tumba de Jesús. El momento de mayor expectación fue la retirada de esta lápida, algo que se produjo la noche del 26 de octubre de 2016. Bermejo narra esta intensa experiencia: “El primer momento fue de expectación. Después de correr la losa, pudimos ver lo que había debajo: tierra blanquecina como de relleno. Al ver esa tierra nos preguntamos: ‘¿Y debajo qué?’ Nos dijeron que durante la noche (del miércoles 26 al jueves 27 de octubre) quitarían la tierra y se descubriría lo que había debajo. Fue, de todos modos, un momento emocionante”.
El sacerdote franciscano prosigue su relato: “La emoción fue mayor si cabe al día siguiente, el jueves. Yo pude hacer las fotos ya sin la tierra. Fue una sorpresa, positiva y casi inesperada, el ver que debajo de la losa retirada había restos de una losa anterior con una cruz patriarcal”.
El único medio de comunicación que estuvo presente en la memorable noche fue National Geographic que, en su portal web, publicaría algunos días la información con estas palabras: “Los investigadores retiraron delicadamente el material de relleno y se toparon con otra losa de mármol, con una cruz cristiana grabada que podría datar de la época de las Cruzadas. La noche del 28 de octubre, unas horas antes del sellado definitivo de la tumba, apareció intacta la cama sepulcral labrada en la roca caliza sobre la cual la tradición cristiana afirma que fue extendido el cadáver lacerado de Cristo”.
Lo describe Bermejo: “Debajo, a una mínima distancia, estaba la roca viva, con alguna hendidura y concavidad. Y esto fue lo más emocionante, encontrarte con la roca que acogió al Señor y desde donde pasó a la esfera de la gloria después de haber bajado a rescatar a los que habían vivido según la fe de las Escrituras”.
UNA HISTORIA MUY AGITADA
Como detallan los Evangelios, Jesucristo ocupó el sepulcro que había sido excavado en roca para José de Arimatea, un rico fariseo que se había hecho discípulo del Mesías. Era una especie de gruta en la ladera de una colina en una cantera de piedra abandonada.
José Miguel García es profesor de Sagrada Escritura de la Facultad de Teología San Dámaso y del Instituto de Ciencias Religiosas de Madrid. Profundo conocedor de los lugares por los que pasó Cristo.
García explica: “Los Evangelios aluden a la piedra redonda que cerraba la entrada y dicen que la tumba había sido excavada en roca. Esto último sí se puede verificar, porque el Santo Sepulcro estaba construido dentro de un montículo de roca. También podemos saber cómo se hacían las tumbas en aquella época, porque se han encontrado más tumbas en el área de Jerusalén. Asimismo, especifican que se trataba de una tumba individual, porque era la de José de Arimatea”.
En torno al año 135, sobre los restos de Jerusalén, el emperador romano Adriano mandó construir una nueva ciudad llamada Aelia Capitolina, y, justo encima del sepulcro de Cristo, levantó un templo pagano. Casi dos siglos después, la emperatriz Elena, madre de Constantino, y el obispo de Jerusalén, Macario, pidieron la autorización del citado emperador romano para destruir el templo pagano y buscar la tumba de Cristo. La encontraron intacta e iniciaron la construcción de una basílica sobre el lugar. Se erigió así la primera iglesia del Santo Sepulcro. Para señalar claramente el sitio exacto donde había reposado el cuerpo de Jesús se construyó alrededor una rotonda compuesta de anchos pilares, columnas y arcos.
Pero la basílica constantiniana fue destruida por los persas en el 614, y más tarde, en 1009, el sepulcro fue destrozado a golpe de pico y maza con brutal ensañamiento por orden del califa egipcio Al Hakim ben Amralá. Sin embargo, se conservó gran parte de la rotonda que circundaba la tumba, también llamada anástasis (que quiere decir resurrección). Esta rotonda sirvió siempre ya de referencia para todas las construcciones y reformas que se llevaron a cabo después.
"EL LUGAR SÍ, EL LECHO SEPULCRAL NO"
José Miguel García se muestra muy escéptico ante la idea, difundida por los arqueólogos de National Geographic, de que se haya encontrado el lecho sepulcral original. “Si la pregunta es si ese es el lugar donde yació el cuerpo de Jesús, la respuesta es ‘sí’, pero si, en cambio, preguntamos si ese es el banco original excavado en la roca sobre el que se colocó el cuerpo, la respuesta es ‘no’. Entre otras cosas, porque se encontraría más abajo, a una mayor profundidad”.
García explica sus afirmaciones: “No hay duda de que ese es el lugar, porque la rotonda o anástasis se circunscribe dentro del perímetro de la rotonda de la época constantiniana, que se construyó en el siglo IV y de la que se conservan restos. El lugar que ahora visitamos y veneramos es el mismo donde se construyó la basílica constantiniana”.
Sin embargo, este profesor de Sagrada Escritura considera “muy improbable que hayan encontrado el lecho de roca sobre el que yació el cuerpo de Jesús, debido a las sucesivas destrucciones que ha sufrido la tumba, especialmente la de Al-Hakin que la destrozó con picos. Además de esto, es probable que los peregrinos cristianos de los primeros siglos extrajeran fragmentos de piedra y se los llevaran como reliquia”.
Sobre si las conclusiones científicas pueden aportar una mayor certidumbre a los creyentes, Bermejo responde: “Creo que sí. De todos modos, la fe es ante todo un mensaje de salvación al que se llega por la Sagrada Escritura, los sacramentos y la tradición de la Iglesia. Pero no cabe duda de que un santo lugar hay que leerlo junto a la tradición y, si es corroborado, como pienso en este caso, por una certeza científica, esto ayuda a volver a los orígenes de la fe”.
(SERVIMEDIA)
09 Abr 2017
ISP/gja