En la actualidad, según informa la ONG en una nota, 663 millones de personas no tienen acceso a agua segura y 2.400 millones de personas no disponen de sistemas de higiene y saneamiento básico en todo el mundo.

La mala gestión de las aguas residuales hace que cada año 1.800 millones de personas estén en riesgo de contraer enfermedades como diarrea, cólera, disentería o polio por el consumo de aguas contaminadas por excrementos.

El responsable de Agua, Saneamiento e Higiene de Acción contra el Hambre, Pablo Alcalde, indicó que los desplazados son los que más riesgo tienen de padecer estas enfermedades, ya que "como consecuencia directa de los conflictos, a menudo se instalan en zonas donde no tienen otra forma de acceder al agua que a través de los recursos contaminados".

La crisis de Siria ha provocado que países como Líbano, que asume 1,5 millones de refugiados, haya aumentado en un 30% el número de individuos a los que abastecer con agua y con sistemas de gestión de aguas residuales adecuados.

La gestora de los proyectos de Agua, Saneamiento e Higiene de la ONG en Zahle (Líbano) Lucía Villamayor, señaló que "Líbano carece de conexiones de agua básicas para el 20% de su población. Las redes son poco fiables y sólo el 8% de las aguas residuales son tratadas con efectividad".

Según Acción contra el Hambre, seis años después del comienzo del conflicto sirio los refugiados se agrupan en asentamientos informales donde siguen tomándose medidas propias de las emergencias, donde los servicios de recogida de aguas residuales no son suficientes y las aguas negras se desbordan al lado de las letrinas.

Frente a esta situación, esta ONG apuesta por soluciones sostenibles que permitan reducir los riesgos sanitarios en los asentamientos, detener el deterioro de los recursos naturales y controlar el gasto en los servicios de recogida.