Los protagonistas de la exposición, que se podrá visitar hasta el 21 de abril, son niños y niñas entre 12 y 15 años que provienen de un entorno multicultural y en varios casos con un trasfondo social desestructurado, que se han visto obligados por las circunstancias a convertirse en adultos antes de tiempo, y a los que muchos de ellos, ni Juan Carlos ni otros profesores del centro habían visto nunca sonreír.

Para hacer realidad este objetivo, Freire propuso el reto a su amigo Luis Gago, fotógrafo que ha dado la vuelta al mundo, quien aceptó ser la persona que ‘robara’ esas sonrisas de forma espontánea y natural.

El fotógrafo instaló un estudio improvisado en una de las aulas del instituto, por donde fueron pasando más de 100 niños y niñas a lo largo de tres días y, a base de conocerlos poco a poco, les fue ‘robando’ las sonrisas que pueden contemplarse en esta muestra. A la vez que les hacía las fotos, estos adolescentes pudieron ampliar su visión del mundo a través de las historias que Luis les contaba de las realidades de otros niños en diferentes países.

El resultado, una emotiva exposición con más de 50 retratos en blanco y negro que demuestra que la sonrisa es un pegamento social que acerca a las personas y ayuda a cambiar emociones, y el ejemplo de superación de unos adolescentes capaces de transmitir esperanza con sus sonrisas y miradas, contagiando felicidad y superación ante la negatividad que les rodea.