Pese a que la sonda enviada a la superficie de Marte se estrelló, el segundo componente de la operación, el TGO, se ha aacoplado con éxito a la órbita marciana y, poco a poco, irá aproximando su trayectoria al planeta.

El programa ExoMars es una iniciativa de exploración de la ESA que, en su primera fase, pretende analizar la presencia de gases traza en la atmósfera marciana. En una segunda etapa se enviará un 'rover' a la superficie del planeta para la recogida de datos, aunque el lanzamiento, en colaboración con la agencia rusa Roscosmos, no tendrá lugar hasta la próxima década.

La labor previa de TGO resultará muy importante en este teereno pues, además de ofrecer mediciones científicas, funcionará también como enlace de comunicaciones entre el futuro 'rover' y la Tierra.

En los próximos meses, TGO entrará en una fase de calibrado de todos sus instrumentos y, a partir de enero, empezará a reducir su velocidad y la altura de su órbita hasta situarse a los 400 kilómetros de altitud sobre la que describe Marte. Para ello, utilizará una técnica que la ESA sólo ha empleado antes en la misión 'Venus Express', el aerofrenado, que se sirve de las capas más externas de la atmósfera para modificar la órbita de la nave. Esas operaciones llevarán unos nueve meses y, aproximadamente a finales de 2017, TGO ya estará lista para empezar sus estudios de Marte.

En ese tiempo, el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC) de Villafranca del castillo en Madrid participará en los trabajos de planificación y procesado de los datos obtenidos en las observaciones científicas.

Leo Metcalfe, responsable de Operaciones Científicas de ExoMars 2016, explica que el trabajo de ESAC en la misión seguirá sus tres pilares habituales: la planificación de las observaciones, la recepción de los datos y su archivo.