Así lo dijo Puig a Servimedia después de conocerse el fallo del premio, que también considera “un espaldarazo a la infancia en general”. “Como sociedad no podemos permitir que ningún niño lo pase mal”, añadió, en referencia a los menores que tienen dificultades para comer, comprarse los libros de la escuela o participar en actividades extraescolares por falta de medios.

“Ha sido un día de sorpresa. Estamos trabajando como cualquier día. Tenemos una alegría tremenda. Muchos que han pasado por Aldeas Infantiles se van a sentir verdaderamente orgullosos”, añadió.

El presidente de Aldeas Infantiles SOS recordó que la idea básica del método de esta organización surgió en 1949, tras la Segunda Guerra Mundial, cuando Hermann Gmeiner fundó la primera aldea en Austria al observar que los menores que se encontraban en orfanatos carecían de “una vinculación afectiva”.

Aquella idea “muy sencilla” permite, por ejemplo, que los niños convivan con sus hermanos en un mismo hogar y no se separen.

La idea de Gmeiner, recordó Puig, “se extendió rápidamente” hasta el punto de que actualmente 134 países cuentan con programas de aldea infantil y otros que tienen como el objetivo para prevenir la separación familiar, trabajando tanto con los niños como con sus padres, en los casos en los que sea posible.

LA CRISIS

El presidente de la organización subrayó que se ha percibido un empeoramiento de la situación de muchas familias españolas con la crisis económica desde el año 2008, por lo que han tenido que incrementar “notablemente” sus programas en este país.

“Nunca antes tuvimos que hacer reparto de alimentos, ropa y becas escolares”, dijo a Servimedia, a la vez que aplaudió que esas familias en riesgo “se han adaptado muy bien” a los programas preventivos de Aldeas Infantiles.

Finalmente Puig aplaudió la coincidencia de la concesión del Princesa de Asturias de la Concordia con la celebración del 50 aniversario de la ONG en España, que se conmemora en 2017.