Así de contundente se mostró Conde-Pumpido, después de participar en un acto en Zaragoza, donde reiteró su ofrecimiento “máximo” a “respetar y considerar” los dictámenes del Tribunal Supremo, aunque ha reiterado que el criterio de la Fiscalía “no coincide con la idea del delito de prevaricación”.

Aunque advirtió que no va a haber ninguna manifestación más, el fiscal general del Estado resaltó que ejercer en la función pública, y especialmente en la Justicia, supone un trabajo “en ocasiones penoso, silencioso, constante y tenaz” para el que, con frecuencia, “la única verdadera satisfacción que nos espera es la del deber cumplido”.

En este sentido, aseguró que los trabajadores de la Administración de la Justicia son “servidores públicos” que no trabajan “ni para la fama ni para la gloria”, sino para la gente y para los ciudadanos.

Por este motivo, Conde-Pumpido recalcó que otras opciones, como “el espectáculo mediático, el efectismo de las decisiones más impactantes, el manejo de los tiempos políticos o la habilidad para pulsar la fibra social”, conducen “sólo a la notoriedad efímera” y a la “perturbación de la calma y el equilibrio”, imprescindibles para el ejercicio “correcto” de las funciones encomendadas.

Asimismo, manifestó que los trabajadores públicos “conviven” con el primer de los compromisos, que es “incidir en la realidad, hacer justicia que sirva para cambiar las cosas y, por tanto, aceptar las escasas reacciones de reconocimiento como las más frecuentes críticas”.