Anostraca es un superorden de crustáceos branquiópodos que vive en medios acuáticos tanto salinos como de agua dulce y son especies consideradas como fósiles vivientes porque han logrado sobrevivir desde el Jurásico (200 a 150 millones de años) sin cambiar su morfología.

Según los investigadores, este hallazgo completa los registros sobre Anostraca en el interior peninsular, amplía sus áreas de distribución a zonas que hasta ahora no se habían estudiado e indica que las densidades de anostráceos son mayores en charcas de menor entidad que en grandes lagunas y humedales.

La investigadora del MNCN Paula Rodríguez-Flores explicó que “la supervivencia de los anostráceos a lo largo del tiempo es paradójica”, ya que “su vida es muy corta, porque está ligada al carácter efímero de las charcas estacionales, pero han conseguido perpetuar su existencia y forma desde el Jurásico”.

Rodríguez-Flores detalló que los anostráceos “tienen un ciclo vital de apenas 15 días y ponen huevos que se llaman de resistencia”, que “se quedan enterrados en el barro y pueden soportar, e incluso necesitar, condiciones hostiles para eclosionar cuando vuelven a entrar en contacto con un medio húmedo, lo que puede tardar decenios”.

El muestreo de anostráceos tradicionalmente se ha realizado en lagunas y medios acuáticos de gran tamaño, aunque Rodríguez-Flores señaló que han realizado el estudio en más de 200 charcos desde un punto de vista taxonómico, porque las charcas de menor entidad presentan unas características ideales para encontrar grandes densidades de Anostraca al no estar expuestos a la amenaza de los depredadores, en comparación con las grandes masas de agua mediterráneas.

Sin embargo, la investigadora alertó de que “la continuidad de estas especies en charcas naturales se ve amenazada por la falta de protección de estos lugares” y “a la temporalidad y su pequeño tamaño, hay que sumarle los problemas causados por los herbicidas y productos fitosanitarios”.