En una nota, el colegio indica que un incendio forestal también conlleva importantes dramas sociales, como la pérdida de casas, vehículos e, incluso, del medio de vida de muchas personas que dependen del monte.

Además, se pierde la función hidrológica de los bosques, que es fundamental para la calidad de las aguas subterráneas que suministran el agua potable.

Los ingenieros forestales recuerdan además que cuando esa agua no se retiene provoca graves riadas que conllevan enormes daños económicos y, en ocasiones, pérdidas humanas. Este riesgo es “especialmente crítico en la región mediterránea, donde su climatología convierte a la secuencia fuego-inundaciones-erosión en el principal agente del proceso de desertización”.

La entidad colegial también advierte de la liberación de gases de efecto invernadero que se produce con los incendios y que, una vez, sofocados se empobrece el suelo y pueden producirse avalanchas de tierra que a veces sepultan carreteras, explotaciones agrícolas y viviendas.

Agrega que tras un incendio comienzan las costosas labores de regeneración de la zona quemada, por lo que exige a la Administración Pública una mayor agilidad para ejecutar trabajos de corte de madera y recuperación del terreno de forma inmediata, así como la necesaria inversión pública para evitar estos incendios forestales.