La banda se dedicaba a introducir las diferentes cantidades de sustancias estupefacientes, fundamentalmente cocaína, en la Isla de Mallorca empleando para ello terceras personas de origen sudamericano (denominadas en el argot “mulas). Una vez introducida en la isla, la droga era adulterada en laboratorios clandestinos para obtener una mayor rentabilidad en su venta.

Una vez tenían la droga adulterada, los encargados de la distribución, diseminados como puntos de venta al por menor por toda la isla, se dedicaban a captar clientes para la posterior comercialización de las sustancias estupefacientes adquiridas.

Durante la operación se han desarrollado además 21 registros en los que se han intervenido 4 kg. de cocaína, más de 1.800 gramos de marihuana, 56.000 euros en efectivo, un arma simulada (revólver), así como un laboratorio artesanal dedicado a la transformación y adulteración de la cocaína.