Según informó hoy el Gobierno regional, la exposición se centra en los documentos que se refieren a Madrid, dado el interés propagandístico que mostró el rey en transformar la morfología y la organización urbana de la ciudad, para convertirla en la imagen ideal de capital ilustrada y reflejo del poder real.

Los documentos seleccionados están distribuidos por las diversas plantas de la Biblioteca Regional. En la primera planta, se pueden contemplar las obras sobre su biografía, la aclamación y entrada en Madrid, exequias, historia, política y administración, economía e industria, sociedad, fiestas y espectáculos, educación y cultura.

En la segunda, se exponen obras sobre arquitectura, urbanismo, obras públicas y ordenación del territorio, arte, publicaciones periódicas y descripción de Madrid; mientras que en la planta tercera hay expuestas obras sobre literatura, música, religión y ciencia.

Carlos III hizo su entrada oficial en Madrid el 13 de julio de 1760. En treinta años de reinado, Madrid conoció una profunda transformación urbanística, llegando a convertirse en una ciudad neoclásica, con calles amplias, adornadas con fuentes y jardines, y embellecidas con monumentos, como la Puerta de Alcalá, el Salón del Prado, las fuentes de Cibeles, Neptuno y Apolo, etcétera.

Fue en estos años cuando se realizó un primer ensanche con las amplias avenidas y paseos de Acacias, Delicias o Melancólicos, entre otros. Además, tuvo lugar una profunda reestructuración de las infraestructuras básicas de la ciudad: alumbrado público, alcantarillado y pavimentación, fomentando la salubridad gracias al desarrollo de un sistema de limpieza viaria.

El reinado de Carlos III supuso también una evolución en las costumbres y en la vida cultural madrileña, ya que Madrid acogió la sede de las tres reales academias y de otras instituciones, como el Real Seminario de Nobles o la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País.

También se fundaron los Reales Estudios de San Isidro, el Jardín Botánico y el Gabinete de Historia Natural; se pusieron de moda tertulias sostenidas y animadas por aristócratas o eclesiásticos eruditos, y se extendió el gusto por lo castizo en la aristocracia, por las majas y manolas, las tonadillas y los chisperos.