La caza furtiva duplica el riesgo de extinción de grandes animales terrestres y marinos

- Por su tamaño corporal y su alto valor en el mercado

MADRID
SERVIMEDIA

Los grandes animales cazados furtivamente para aprovechar alguna parte de su cuerpo (como las aletas de tiburón y el marfil del elefante) corren un doble peligro de extinción debido a su gran tamaño corporal y a su alto valor en el mercado, lo que ocurre no sólo con las especies terrestres, sino también con las marinas, cuyo riesgo está subestimado.

Así lo afirman investigadores de la Universidad de Colby (Estados Unidos) y de la Universidad Simon Fraser (Canadá), que identificaron un grupo taxonómicamente heterogéneo de más de 100 especies marinas y terrestres de gran tamaño que son víctimas de los mercados internacionales de lujo.

“Normalmente suponemos que si una especie se reduce a números bajos, será difícil de encontrar sus individuos, los cazadores dejarán la caza y a las poblaciones se les dará la oportunidad de recuperarse. Sin embargo, los valores extremos de estas especies indican que, sin una intervención significativa de conservación, serán cazadas hasta la extinción”, explica Loren McClenachan, de la Universidad de Colby.

Los científicos calcularon el valor de las especies analizadas explorando las relaciones entre el riesgo de extinción, el valor en el mercado y el tamaño del cuerpo. También cuantificaron los efectos de dos factores atenuantes: las multas a la caza furtiva y el tamaño del rango geográfico.

Encontraron que hay un umbral por encima del cual el valor económico es el factor clave del peligro de extinción. Así, la biología aumenta el riesgo entre las especies con menor valor, mientras que el tamaño no importa entre las más valiosas. De hecho, indican que el tamaño del cuerpo no influye en el riesgo cuando el producto supera los 12.557 dólares (11.093 euros) por kilogramo.

Además, descubrieron que, aunque los productos marinos son generalmente menos valiosos, los animales individuales lo son tanto como las especies terrestres más cotizadas. Por ejemplo, un tiburón ballena es casi tan valioso como los rinocerontes y los tigres, que son las especies terrestres de mayor valor. "Los cazadores no matan kilogramos, matan individuos, por lo que debemos prestar atención a estos altos valores de animales individuales", apunta McClenachan.

MÁS ATENCIÓN AL COMERCIO MARINO

El riesgo para las especies marinas no se reduce en las de mayor tamaño, como las terrestres tampoco. “La suposición de que las altas gamas protegen las especies de la extinción se basa en la ciencia de la conservación realizada en tierra, donde los animales que se encuentran en varios países tienen una mayor probabilidad de protección en al menos un lugar, y no parece aplicarse a las especies marinas, donde la caza extendida y poco vigilada contrasta con controles más estrictos sobre la tierra", explica McClenachan.

El estudio apunta a la importancia de considerar el comercio de animales marinos y las diferencias entre los animales terrestres y marinos cuando se trata de la conservación. "Durante mucho tiempo, hemos estado leyendo informes de comercio de especies silvestres con escaso reconocimiento de la diversidad y el valor del comercio de la fauna marina", añade Nicholas Dulvy, de la Universidad Simon Fraser.

McClenachan subraya que hay que prestar atención a las diferencias entre especies terrestres y marinas, y que “la ciencia de la conservación comenzó en la tierra, por lo que es tentador asumir que los principios subyacentes son los mismos en el océano, pero eso está lejos”. “Si no somos conscientes de estas diferencias básicas, es imposible un diseño efectivo de protección", apostilla.

(SERVIMEDIA)
10 Jun 2016
MGR/caa