Según informó la asociación en una nota, el 19 de noviembre de 2009 los padres de la pequeña acudieron al Servicio de Urgencias de dicho hospital, alarmados ante la elevada fiebre que ésta tenía.

Los médicos, tras examinarla y explorarla con fonendoscopio y sin realizarle ningún otro tipo de prueba, diagnosticaron a la menor de gripe A y le aplicaron el protocolo correspondiente de esa enfermedad, enviándola posteriormente a casa.

Una vez allí, la pequeña empezó a tener vómitos y convulsiones y se le pusieron las manos y los labios de color morado, apareciéndole unas manchas en el pecho y el cuello.

Sus padres volvieron a llevarla al mismo hospital, donde la pediatra que la había examinado en la visita anterior se asustó al ver los nuevos síntomas y llamó a un compañero con más experiencia, que nada más verla decidió ingresarla en la UCI.

Posteriormente se constató que lo que padecía realmente la menor era una infección que ya se había extendido a la sangre, producida por una bacteria que le había ocasionado una enfermedad meningocócica no detectada. A consecuencia de ello, tuvieron que serle amputadas ambas piernas y le quedan secuelas neuronales.