Según los datos del Instituto Geográfico Nacional, recogidos por Servimedia hasta las 14.00 horas de hoy, desde que se produjera el seísmo de 6.3 grados a las 4.22 horas del pasado lunes 25 de enero se han sucedido otros 940 temblores de tierra, la inmensa mayoría localizados en la zona sur del Mar de Alborán y con epicentros relativamente próximos a Melilla.

El terremoto principal fue el de 6.3 grados, que entra en la categoría de ‘fuerte’ y, según la escala de Ritcher, esa magnitud puede llegar a destruir áreas pobladas en hasta unos 160 kilómetros a la redonda.

En un intervalo de algo más de 10 horas, a ese seísmo le siguieron otros seis temblores ‘ligeros’, de magnitudes comprendidas entre 4.1 y 4.7 grados.

La actividad sísmica en el área sur del Mar de Alborán continuó en los días siguientes, pero con menor intensidad, si bien el pasado miércoles se registró un temblor de magnitud 4.7.

Este domingo se localizaron siete seísmos en el norte del Mar de Alborán, a pocos kilómetros de las localidades de Adra (Almería) y La Rábita (Granada). El principal se desencadenó a las 16.25 horas, cuando un seísmo de 4.5 grados de magnitud se sintió en estas provincias andaluzas, además de Málaga.

La vicepresidenta en funciones del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, señaló el pasado viernes, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, que el Ejecutivo trabaja para completar la evaluación de los daños del terremoto del pasado lunes y firmará un protocolo con Melilla para paliar las consecuencias del seísmo.

CONSEJOS

Por otro lado, la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, del Ministerio del Interior, señaló este lunes que mantiene una “vigilancia constante” sobre las series sísmicas que se están produciendo en el Mar de Alborán, con contactos con la Delegación del Gobierno en Andalucía y los miembros del Colmité Estatal de Coordinación de Riesgo Sísmico.

Ante estos episodios, Protección Civil recomendó con carácter general que los ciudadanos extremen las precauciones en cuanto a la colocación y la sujeción de algunos objetos que puedan caerse, en especial los pesados y los que pueden romperse, como lámparas, espejos, botellas, etc., así como tener un especial cuidado con la ubicación de los productos tóxicos o inflamables, a fin de evitar fugas o derrames.

En el caso de que se produzca un movimiento sísmico y se está en el interior de un edificio, aconsejó buscar refugio debajo de los dinteles de las puertas o de algún mueble sólido, como mesas o escritorios, o bien, junto a un pilar o pared maestra; mantenerse alejado de ventanas, cristaleras, vitrinas, tabiques y objetos que pueden caerse y llegar a golpearle; no utilizar el ascensor, ya que los efectos del terremoto podrían provocar su desplome o quedarse atrapado en su interior, y utilizar linternas para el alumbrado y evitar el uso de velas, cerillas o cualquier tipo de llama durante o inmediatamente después del temblor, que puedan provocar una explosión o incendio.

Si la sacudida sorprende en el exterior, consideró conveniente ir hacia un área abierta y alejarse de los edificios dañados porque tras un gran terremoto siguen otros más pequeños, denominados réplicas, que pueden ser lo suficientemente fuertes como para causar destrozos adicionales.

Además, recomendó no acercarse ni penetrar en edificios dañados para evitar el peligro por caída de escombros, revestimientos, cristales, etc., y, en el caso de ir en un coche, permanecer dentro del vehículo y tener la precaución de alejarse de puentes, postes eléctricos, edificios degradados o zonas de desprendimientos.