Con el Año de la Misericordia, Francisco invita a los católicos a un jubileo extraordinario que tiene como objetivo general ser “experiencia viva de la cercanía del Padre, como si se quisiese tocar con la mano su ternura, para que se fortalezca la fe de cada creyente y, así, el testimonio sea cada vez más eficaz”.

Así lo afirma en el mensaje redactado por el pontífice para la ocasión. En lo referido al aborto, Francisco distingue especialmente entre quienes “viven el drama del aborto con una consciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo” y quienes, a pesar de vivirlo “como una derrota, consideran no tener otro camino por dónde ir”. “El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido” y que se acerca a un confesionario, recuerda Bergoglio.

Por eso, Francisco ha decidido conceder “a todos los sacerdotes para el Año jubilar la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón”.

En este sentido, el presidente de la Subcomisión de Familia y Vida, Mario Iceta, declaró recientemente a Servimedia que “se puede ofrecer misericordia a toda persona en toda circunstancia. Nadie está excluido de la misericordia y del amor de Dios. Absolutamente nadie”.

Por ello, no sorprende la idea de Francisco de extender el perdón a quienes no pueden acudir a misa a los templos establecidos para ganar el jubileo, como son los enfermos y ancianos y a quienes se encuentran privados de libertad.

De estos dice Francisco: “Cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad”.

Asimismo, el Año de la Misericordia hace un guiño de acercamiento de Roma a los sacerdotes de la Fraternidad de San Pío X.