Rajoy subió a la tribuna durante la comparecencia parlamentaria del presidente del Gobierno para presentar su propio diagnóstico de la crisis y dibujar su particular 'hoja de ruta', que en su opinión pasa imprescindiblemente por una rectificación de la política económica de Zapatero.

El líder del PP culpó a Zapatero de la actual situación pero se mostró dispuesto a alcanzar un pacto de estado con el PSOE, aunque para ello marcó como "condición previa" la recuperación de la "credibilidad perdida" durante los dos años que han transcurrido de legislatura.

Advirtió de que no está dispuesto a apoyar "las mismas estravagancias económicas" que el PSOE ha aplicado hasta la fecha. Para eso, recriminó a Zapatero, "no le hace falta ningún pacto, se sobra usted".

Rajoy concretó los pasos que, en la búsqueda del consenso, debería dar el Gobierno "si quiere dar pruebas de que va en serio y de que se ha acabado la etapa de los anuncios y los anuncios que se vuelven a negociar".

Para empezar, pidió a Zapatero que "anuncie aquí y ahora" la supresión de la subida de impuestos a través del IVA y del IRPF aprobada para este año 2010, que ponga en marcha "de forma inmediata" el acuerdo parlamentario de la semana pasada para que a los empresarios no se exija el pago del IVA de aquellas facturas que todavía no han cobrado, y que comprometa una "intensa reducción" del gasto público de hasta 10.000 millones de euros en este ejercicio.

Además, exigió al presidente del Gobierno que "anuncie aquí y ahora" una reducción del 25 por ciento de los altos cargos, el establecimiento de techos de gasto y límites de endeudamiento para todas las administraciones públicas y que recupere la ley de estabilidad presupuestaria "que derogó la pasada legislatura".

DEJE GOBERNAR A OTROS

Rajoy no pidió la dimisión de Zapatero y tampoco planteó nada similar a una moción de censura. En su estilo habitual, se limitó a pedir una "rectificación" al Gobierno y reclamó a los socialistas que, si ellos no cambian de políticas, permitan "que otros lo hagan".

Incluso, hizo un brindis al sol cuando se dirigió a los escaños del PSOE para recomendar a los diputados que sustentan al Ejecutivo que "reconsideren su decisión de haber elegido a Zapatero" y se planteen poner a otra persona al frente del Gobierno.

Insistió en que "es preciso que las cosas cambien" porque el presidente del Gobierno "inspira desconfianza" dentro y fuera de las fronteras españolas como consecuencia de "la manera que tiene de llevar la economía".

Rajoy adujo que los 4 millones de parados, la recesión del -0,1%, el déficit público del 11,4% y la deuda del 55% son fruto de que la credibilidad de Zapatero "está bajo mínimos", por lo que le pidió que no busque culpables "más allá de sus escaños" y se deje de supuestas "conspiraciones".

En su opinión, nada de esto hubiera ocurrido si el presidente del Gobierno hubiera consensuado sus medidas económicas desde el principio de la legislatura con el PP.

ZAPATERO RECHAZÓ SEIS PACTOS

Recordó que en estos dos años le ha ofrecido "seis veces la posibilidad de llegar a un acuerdo" y criticó que "lo ha rechazado, no una ni dos, sino seis" por diferencias ideológicas, como reconoció en la rueda de prensa celebrada en La Moncloa el 30 de diciembre de 2009.

Rajoy sostuvo que el Gobierno ya no inspira confianza porque "no dice la verdad" y porque "niega la realidad (de la crisis) con afán de engañar" a los ciudadanos.

"No hace nada de lo que debería hacer, no ha tomado las medidas que le han pedido todas las organizaciones nacionales e internacionales", le recriminó. "Usted sólo hace anuncios y cada vez que viene (al Congreso) las cosas están peor".

Rajoy censuró la "trompetería dialéctica" de Zapatero y sus "muchas fotos" en el Palacio de La Moncloa con sindicatos y empresarios, así como su intención actual de crear una comisión conformada por los ministros Elena Salgado, José Blanco y Miguel Sebastián para buscar un consenso con los demás partidos.

A su juicio, se trata de "una nueva fórmula para salir del paso" ante el "progresivo deterioro" de la economía, la "penosa sensación de falta de rumbo, de improvisación y de desgobierno" y la "letanía de autosatisfacciones y buenos augurios" sobre el futuro.