Este es el principal asunto que abordan los prelados a través del citado mensaje, que lleva por título "La Eucaristía, antídoto frente a la indiferencia”. En concreto, los obispos piden no ser “indiferentes” ante problemas reales como los que sufren los cristianos perseguidos o quienes, “a pesar de la corrupción y de las dificultades de la vida diaria, actúan con honestidad, trabajan por la justicia y se esfuerzan por atender a las necesidades más inmediatas de los empobrecidos”.

La Comisión Episcopal no se olvida de otros colectivos con los que no ser indiferentes, como los parados o quienes tienen puestos de trabajo “que no les permiten vivir con dignidad y se ven abocados a la emigración”, en especial los jóvenes, los desempleados de larga duración, los mayores de 50 y “las mujeres víctimas de discriminación laboral y salarial”.

El mensaje también dedica unas líneas a los desahuciados, a las víctimas de trata y prostitución y a quienes sufren la pobreza y el hambre también fuera de las fronteras españolas.

“La Eucaristía tiene el poder de trasformar el corazón de los creyentes, haciendo así posible el paso de la ‘globalización de la indiferencia’ a la ‘globalización de la caridad’, impulsándonos a la vivencia de la comunión fraterna y del servicio a nuestros semejantes”, añaden.

En el mensaje también dicen que de la eucaristía “derivan el sentido profundo de nuestro servicio y la responsabilidad en la construcción de una iglesia fraterna y esperanzada, así como de una sociedad solidaria y justa”.

Por ello, aluden a la campaña que Cáritas ha diseñado para este año, coincidiendo con el Día de la Caridad, y titulada “¿Qué haces con tu hermano?” “A esta pregunta, no podemos responder como Caín: ‘¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?’. Hoy y siempre estamos llamados a preguntarnos dónde está el hermano que sufre y necesita nuestra presencia cercana y nuestra ayuda solidaria”, apostillan los obispos.