Farré, que a lo largo de su dilatada trayectoria profesional desempeñó diversos puestos de responsabilidad bajo gobiernos de distinto signo político, fue pionero en el impulso de los servicios sociales en España y su papel resultó clave en iniciativas tan relevantes como la creación del Servicio de Recuperación de Minusválidos (Serem), que fue el germen del actual Imserso; la aprobación de la Ley de Integración Social de los Minusválidos (Lismi), la primera que reguló la atención y los apoyos a las personas con discapacidad y sus familias, o el impulso de planes específicos para personas con discapacidad en el ámbito de la Administración.

Fue director general de Acción Social, del Instituto Nacional de Asistencia Social (INAS) y del Imserso, destinos en los que desarrolló una intensa actividad caracterizada por su estilo resolutivo, su honestidad y su saber hacer, valores que le fueron reconocidos con una Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo y con numerosos reconocimientos de carácter tanto público como privado.

Su papel como impulsor del asociacionismo, particularmente en el ámbito de la discapacidad, también le ha sido ampliamente reconocido y fue decisivo en la modernización de entidades como la ONCE o la Cruz Roja Española, cuyo estatus de tutela estatal fue reconocido gracias, en buena medida, a sus aportaciones.