La Biblioteca Nacional adquiere los cuentos que Miguel Hernández dedicó a su hijo

MADRID
SERVIMEDIA

La Biblioteca Nacional Española (BNE) ha adquirido un manuscrito de Miguel Hernández (1910-1942), poeta y dramaturgo de la generación del 36, aunque más próximo a la del 27, en el que se recogen los cuentos que dedicó a su hijo.

Se trata de seis pequeñas hojas de 12 por 19 centímetros, escritas y con dibujos, cosidas en la parte superior por un hilo de color ocre, y con los bordes envejecidos e irregulares. Por el tamaño y la descripción se deduce que son porciones de papel higiénico con las que se formó un cuaderno que tiene al final varias hojas en blanco.

El texto consta de cuatro relatos infantiles: ‘El potro oscuro’, ‘El conejito’, ‘Un hogar en el árbol’ y ‘La gatita mancha y el ovillo rojo’. Los investigadores de su obra deducen que los escribió entre los meses de junio y octubre de 1941 en el Reformatorio de Adultos de Alicante, donde llegó procedente del Penal de Ocaña. Este es el último viaje de Hernández, quien en sus cartas de este periodo tiene dos obsesiones: el reencuentro con su mujer y poder ver a su hijo, Manuel Miguel, para quien escribió estos relatos.

Hernández entregó estos manuscritos a Eusebio Oca Pérez, maestro, periodista y dibujante con quien coincidió en el reformatorio, quien ilustró ‘El potro oscuro’ y ‘El Conejito’.

Según José Carlos Rovira, comisario de la Comisión Centenario de Miguel Hernández que organizó la exposición conmemorativa de los 100 años del nacimiento del escritor de Orihuela en 2010, estos cuentos son “metáforas explícitas de libertad para que las leyera su hijo”.

Estos cuentos muestran que, en sus últimos años de vida, junto a la poesía, el escritor de Orihuela desarrolló otro registro de escritura en prosa. Aunque dos de ellos ya se conocían, no por ello la existencia de este manuscrito es menos impactante, según informan desde la BNE.

Estos cuentos, que se suman a las piezas que la BNE atesora en su fondo documental, suponen una importante aportación por la singularidad del manuscrito y por su significado.

“En estas últimas ausencias de Miguel Hernández tenemos la metáfora infantil para su hijo, de lo que en otra clave estaba escribiendo para aquel inacabado libro que debía llamarse ‘Cancionero y Romancero de ausencias’, en el que decía soy una abierta ventana que escucha, por donde ver tenebrosa la vida. Pero hay un rayo de sol en la lucha, que siempre deja la sombra vencida”, explicó Rovira.

(SERVIMEDIA)
05 Ago 2014
MST/gfm