Así lo advirtieron este miércoles en la revista ‘Consumer’ la profesora investigadora de la Universitat Rovira i Virgili (URV) Nancy Babio, coautora de un estudio que analizó el impacto que tiene una dieta rica en ultraprocesados en la salud de 1.500 niños de entre los tres y los seis años y el pediatra de atención primaria y secretario general de la Sociedad Catalana de Pediatría, Pepe Serrano.

Tras puntualizar que, durante las últimas décadas, la dieta infantil en España ha sufrido un “cambio radical” y la ingesta de alimentos ultraprocesados se ha “disparado”, pasando del 11% en 1990 al 40% en 2023, aunque “hay estudios que apuntan a datos aún más altos”, el análisis alertó de que, de cada 100 gramos de alimento consumidos por los niños, unos 47 gramos son ultraprocesados, según el estudio, publicado en 2024 y liderado por un equipo de la Unidad de Nutrición Humana de la URV en colaboración con el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili (Iispv) y el Centro de Investigación Biomédica en Red Obesidad y Nutrición (Ciberobn).

En concreto, dicho estudio se centró en una muestra de niños de Reus, Córdoba, Santiago de Compostela, Navarra, Valencia, Barcelona y Zaragoza, que forman parte del estudio multicéntrico Corals y, según Babio, confirma que el consumo de ultraprocesados en la primera infancia “ya muestra afectación en los parámetros cardiometabólicos”.

A tenor de los resultados, los niños que consumían más ultraprocesados tenían unas puntuaciones más altas en el índice de masa corporal, la circunferencia de la cintura, el índice de masa de grasa y los niveles de azúcar en sangre, así como niveles más bajos de colesterol HDL en sangre.

LO IMPORTANTE

Sin embargo, para la investigadora, “lo importante no es la cifra, sino que, si ya con tres años vemos esta relación y esto se mantiene en el tiempo, estos niños aumentarán de peso y se presentarán las comorbilidades asociadas”.

A este respecto, lamentó que, “por primera vez en la historia, nuestros hijos vivirán menos que sus padres porque se adelantan 30 años todas las enfermedades del adulto”. “No solo vivirán menos, sino con menos calidad de vida”, concluyó.

En este contexto, Serrano explicó que, en la alimentación complementaria, a partir de los seis meses, ya hay productos “específicamente diseñados para bebés que son ultraprocesados y poco recomendables, que se venden en supermercados y farmacias y que son innecesariamente ricos en azúcares y sal”.

Asimismo, señaló que comer alimentos ultraprocesados desde pequeños tiene “un efecto directo, porque aquello que comen no es adecuado por la cantidad de grasas, azúcares o sal”, pero también tiene “una consecuencia indirecta: los niños se van habituando a texturas y sabores que no existen en los alimentos sin procesar”.