Beltrán presentó un escrito absteniéndose de conocer sobre este asunto después de saber que el TSJ aceptaba la recusación formulada por Elpidio Silva contra la magistrada María Tardón. El Tibunal rechazó, sin embargo, apartar a Beltrán que, en su escrito, se declaraba contaminado al haber participado en el juicio.

Beltrán se creyó “en la obligación” de presentar su abstención por haber presidido la sala que juzgó a Silva y tener que repetirse ahora el proceso “con el mismo objeto y probablemente las mismas partes”.

El TSJ explica que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos estipula que la imparcialidad del juzgador es una de las garantías fundamentales de un proceso justo, pero insiste en que debe haber “sospechas objetivamente justificadas” sobre una magistrado para apartarle de un caso y citan el criterio del Tribunal Constitucional que insiste en que “no bastan sospechas o dudas” sobre la actuación del juez, sino hechos probados.

Sin embargo, los magistrados que decidieron admitir la primera de las recusaciones entienden que si bien en el caso de la magistrada María Tardón "no concurre elemento alguno que cercene su imparcialidad en relación al caso cuyo enjuiciamiento le compete como integrante del tribunal que lo ha de resolver" y "no cabría entender que afloren circunstancias que evidencien aquel interés directo o indirecto en el pleito o causa que exige la Ley Orgánica del Poder Judicial (…)", se debe "preservar la imagen de la Justicia y la confianza que los tribunales deben inspirar a los ciudadanos".

En los próximos días se conformará el nuevo tribunal que deberá juzgar a Elpidio Silva, y que será el encargado de decidir si se comienza el juicio desde el principio o si se retoma en el punto en que quedó en suspenso, algo poco probable. También tendrá que fijar el calendario del proceso que podría comenzar con una nueva oleada de recusaciones del juez encausado. Fuentes jurídicas estiman que el nuevo juicio no se celebrará hasta el verano.