Además, cerca de 1,68 millones de niños continúan fuera de sus casas, del total de cerca de 4 millones de filipinos que se han visto obligados a desplazarse por este desastre natural.

El equipo de Unicef en Filipinas, formado por 90 personas, ha abierto oficinas en las ciudades de Cebú, Roxas, Tacloban y Ormo, y otras 60 personas se han desplazado al país para apoyar en la respuesta de emergencia.

Su trabajo se centra, entre otras labores, en mantener a los niños protegidos en los llamados ‘Espacios Amigos de la Infancia’, promover la lactancia materna para los bebés y distribuir medicamentos básicos, suministros nutricionales, agua potable y artículos de higiene.

Por otro lado, Unicef ha logrado durante su labor de emergencia que unas 200.000 personas tengan acceso a agua potable y 438.500 hayan recibido productos para tratar el agua y bidones. Además, ha proporcionado artículos de higiene básica a unas 137.000 personas, en tanto que más de 58.600 pueden acceder a letrinas portátiles.

En el área de nutrición, Unicef ha distribuido micronutrientes a unos 45.000 niños y vitamina A a más de 24.000, al tiempo que ha establecido 11 tiendas para las madres y sus bebés, con el propósito de promover la lactancia materna.

Más de 35.000 niños han sido vacunados contra la polio y el sarampión gracias a una campaña puesta en marcha por Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS), y más de 10.000 menores están atendidos en 54 espacios temporales de aprendizaje, equipados con material educativo y de ocio.

Por último, Unicef ha abierto nueve ‘Espacios Amigos de la Infancia’ (ocho en Tacloban y uno en un centro de tránsito en Malina) y apoya otros 10 gestionados por ONG, al tiempo que trabaja para localizar, identificar y reagrupar a los niños que se encuentran solos o separados de sus padres.