La iniciativa es producto del acuerdo de colaboración firmado entre la compañía de bebidas refrescantes y la ONG Greenpeace en 2000, y podría ser adoptada a corto plazo por numerosas empresas, como medida para la lucha contra el cambio climático.

Si todas las compañías de refrescos del mundo dejaran de utilizar HFC como refrigerante se podría lograr una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero equivalente al total emitido por Alemania y Japón, según los expertos medioambientales.

Sin embargo, si dicho sector sigue utilizando HFC este sería responsable de entre el 28% y el 45% de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2050, según un reciente estudio.