Para hacer esta encuesta, la OCU llevó a reparar, de forma anónima, videoconsolas de tres marcas líderes en el mercado a un total de veinte servicios de reparación.

A juicio de la organización, lo más grave es que nueve de los 20 talleres visitados facturaron piezas que no hacía falta sustituir, y cinco de ellos no llegaron a cambiar las piezas, sólo las cobraron.

La OCU recuerda que los repuestos deben ser nuevos, salvo que se acuerde otra cosa con el consumidor, y las piezas sustituidas deben ser entregadas a los clientes.

Esta irregularidad se suma también a los plazos de espera exagerados, ya que en muchos casos la reparación se postergó durante casi tres meses.

En cuanto a las facturaciones, la OCU constató que el 60% de las facturas fueron incorrectas. Los SAT facilitaron un tique de caja sin numeración de factura, ni NIF ni desglose de conceptos.

Además, en alguno de los talleres tampoco se mencionaban las piezas cobradas, algo que dificulta posteriormente que el consumidor pueda reclamar si la reparación es defectuosa.

Por otro lado, los resguardos facilitados fueron aceptables, aunque el 75% de ellos no tenía fijada una fecha de entrega. Por norma general, estos resguardos deben incluir la identificación del aparato, la del SAT, la del usuario y la fecha de entrega prevista.

Por todo ello, la organización de consumidores manifiesta que debería existir un control más riguroso de los servicios de asistencia técnica para evitar este tipo de imcumplimientos.

Asimismo, recuerda que los consumidores tienen el derecho de conocer cuál es el precio de la mano de obra, del transporte y de los desplazamientos, además de contar con un plazo de garantía y hojas de reclamación.