"Esta declaración es muy significativa porque muestra al mundo que un país pobre, que ha sido devastada por la guerra, puede tomar medidas enérgicas para garantizar los derechos, las vidas y el bienestar de sus hijos", comentó José Foumbi, representante de Unicef en Ruanda.

Las minas terrestres fueron plantadas antes y durante la guerra de 1994 y mataron a cientos de personas, muchas de ellas niños.

Sin embargo, el Ministerio de Defensa de Ruanda puso en marcha a finales de la década de los 90 un amplio programa que contó con el apoyo de varios gobiernos y organismos, incluido Unicef.

Este programa no sólo consistió en actividades de desminado, sino que también incluyó acciones de concienciación a los ruandeses, incluidos los niños escolares.

Por otro lado, Unicef destacó que Ruanda es uno de los pocos países africanos que ha reducido la mortalidad infantil en los últimos años, uno de los primeros en incluir la vacuna contra el neumococo en su programa rutinario de inmunización y el primero en el mundo con mayoría de mujeres en el Parlamento (56%).