Manos Unidas denuncia que casi 900 millones de personas pueden morir de hambre

MADRID
SERVIMEDIA

Alrededor de 870 millones de personas padecen desnutrición crónica en el mundo, según datos de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO)de Naciones Unidas.

Así lo recoge el informe 'El desafío del hambre' de Manos Unidas que, sin embargo, destaca cómo el planeta podría generar alimentos suficientes para mantener a toda la población.

Elaborado gracias a un convenio con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), este trabajo revela que el mayor problema radica en la accesibilidad a estos alimentos, bien sea por no disponer de los medios suficientes para cultivarlos, bien por no disponer de recursos económicos para adquirirlos en los mercados. También destaca cómo los avances en la lucha contra el hambre se han realentizado desde 2007 “a causa de la crisis”.

En conjunto, casi el 15% de la población mundial (una de cada seis personas) no puede desarrollar una vida activa a causa de problemas físicos o de salud achacables al hambre.

Burundi,Eritrea, Etiopía, Mozambique, República del Congo, República Unida de Tanzania, Zambia y Haití son los países que más población desnutrida concentran.

Según Naciones Unidas, “el hambre y la desnutrición son considerados a nivel mundial el principal riesgo para la salud, más que el sida, la malaria y la tuberculosis juntas”.

Entre otros, la investigación apunta al cambio climático y a la degradación medioambiental, a la especulación con el precio de materias primas alimentarias, al acaparamiento de tierras y a la extensión de los biocombustibles como los principales factores detrás de este problema.

Dado que tres cuartas partes de la población pobre del mundo vive en zonas rurales, parece comprensible el impacto del clima en su modo de subsistencia, señala la ONG.

El calentamiento global influye en las temperaturas y en el nivel de precipitaciones, apunta el informe, lo que a su vez disminuye la producción de cosechas tradicionales y genera más catástrofes como inundaciones o huracanes.

Mientras, la degradación del suelo y el agotamiento de los recursos que generan prácticas como el monocultivo no hacen sino agravar estos efectos.

A todo ello hay que agregar el acaparamiento de tierras por parte de grandes multinacionales, que aunque siempre ha existido, desde principios del siglo XXI, apunta la ONG, ha experimentado un crecimiento importante y afecta directamente a las explotaciones de subsistencia para las familias agricultoras. Al mismo tiempo, favorece la implantación de grandes extensiones de monocultivo, que hacen a estos países cada vez más dependientes de la importación.

Además, el informe indica que la especulación con materias primas básicas (azúcar, cacao, café, cereales...) en los mercados bursátiles suponen “bruscas fluctuaciones en los precios” que arruina las economías de países productores.

Otro fenómeno que destaca es la extensión de cultivos para su utilización como biocombustibles (etanol, biodiésel, etc.), que reqieren grandes superficies de terreno. Subraya que esta industria “compite” con los pequeños agricultores rurales en la disposición de recursos ya escasos (agua y suelo) y añade que el carbono que se ahorra con ella no compensa el derivado de la producción y transporte a los países ricos.

No sucedería lo mismo con los biocombustibles de segunda y tercera generación (que obtienen energía a partir de la biomasa, los deshechos y el hidrógeno), aunque aún se hallan en fase experimental o de incipiente explotoación, concluye.

(SERVIMEDIA)
24 Abr 2013
AGQ/gja