Según dicha organización, la restauración estadounidense consume un tercio de la energía utilizada por el sector de venta al por menor, y junto con la distribución de alimentos es el ámbito de actividad que hace un mayor uso de refrigeradores que utilizan clorofluorocarburo, una de las sustancias que contribuyen a la destrucción de la capa de ozono.

Asimismo, los restaurantes hacen un consumo de agua muy elevado, siendo el gasto medio anual por establecimiento el doble del de una familia de cuatro miembros.

Cada comida servida en un restaurante genera 680 gramos de residuos orgánicos, que son especialmente dañinos para el medioambiente ya que su descomposición en vertederos emite metano, un gas de efecto invernadero más perjudicial que el dióxido de carbono.

Con el fin de mejorar la sostenibilidad del sector de la restauración la Asociación Nacional de Restaurantes de Estados Unidos lanzó la iniciativa “Conserve: Solutions for Sustainability” que apoya a los establecimientos que adopten medidas para mejorar en este ámbito.