Wert, que abogó por el consenso para sacar adelante su reforma educativa, fue atacado en dos frentes: por la reforma de la inmersión lingüística del catalán y por sus "pactos" con la Iglesia Católica, que ha logrado que la religión vuelva a ser una asignatura que cuenta para la media y que desaparezca la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

Los diputados se emplearon a fondo con el ministro Wert al tocar ambos temas y, así, Coscubiela le calificó de "talibán", por permitir la segregación por sexos en determinadas escuelas, mientras que el socialista Mario Bedera dijo, sobre este mismo tema, que es el ministro "de la Conferencia Episcopal", por seguir dando dinero de todos los españoles a 79 centros que segregan niños y niñas, "de la secta del Opus Dei", y que vulneran sentencias judiciales que se oponen a esas prácticas. Bedera agregó que el "pacto" que ha llevado a cabo Wert con los obispos le permitirá "salir del ministerio bajo palio", cuando lo abandone.

El diputado Bosch pidió a Wert que "deje en paz a nuestro niños. Ni se le ocurra tocar a nuestros hijos, nuestros hijos que hablan el doble de lenguas que los presidentes españoles. Han chocado con una nación decidida a defender a sus hijos. Déjenos en paz. Vale ya de tonterías con las lenguas. No nos moverán, no nos van a romper en cuatro comunidades. ¿En qué asteroide vive usted? No acataremos este atentado, no acabarán con el catalán, porque estamos todos unidos". Cuando estaba hablando Bosch se exhibieron unas pancartas en el Hemiciclo que el presidente, Jesús Posada, ordenó retirar de inmediato.

Wert explicó hasta en tres ocasiones que "el catalán, como cualquier otra lengua cooficial, tiene el mismo tratamiento que el castellano. Hay que ajustarla en su funcionamiento", dijo, para adecuarla a lo que la Constitución considera sobre el modo de aplicación de la inmersión lingüística.

Coscubiela señaló que la reforma educativa trata a los alumnos como "clones" y que no está regida por los derechos, sino que se basa en planteamientos mercantilistas. "En Cataluña no hay problema lingüísticos. Utilizan la lengua para tapar sus fracasos en la política económica. Su modelo educativo es propio de un gobierno de talibanes, uniformado, católico y elitista. Ni un comisario de la FAES ni un guardia civil podrán acabar con el catalán", indicó.