Fuentes gubernamentales lamentaron que desde la Generalitat y los entornos nacionalistas se esté promoviendo la marcha independentista que Barcelona acogerá el 11 de septiembre con motivo de la celebración de la Diada.

El Ejecutivo cree que este tipo de acciones, planteadas como un desafío al resto del Estado español, sólo empeoran la visión internacional sobre la situación política y económica del país, lo que puede repercutir negativamente en la salida de la crisis.

Por eso, el Gobierno cree que desde la política catalana se debería actuar con mayor "prudencia y responsabilidad" para evitar que los mercados puedan pasar factura a posteriori.

En La Moncloa no se han olvidado todavía de las declaraciones que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, realizó al reconocer que Cataluña necesitaba una inyección urgente de liquidez para hacer frente a los pagos mensuales.

Creen que ese tipo de manifestaciones "las carga el diablo" y acarrean consecuencias negativas, como pasó posteriormente con la recalificación de la deuda catalana al nivel de bono basura.