¿Por qué este libro de “Últimas pasiones del caballero Almafiera”?

Porque hace cuarenta años hice mi tesis doctoral sobre la época y el lugar. Pero son de esas cosas que las vas dejando y, como este año es la conmemoración del centenario la Batalla de las Navas de Tolosa, pensé que sería buen momento para hacer el libro.

Es una historia de un amor adúltero. ¿El amor es un buen punto de apoyo para mover el mundo y la historia? ¿O en vez de amor lo llamamos de otro modo?

Hay que subrayar que en aquella época una cosa era el matrimonio y otra era el amor, nunca se mezclaban. Haciendo un guiño, ahora en nuestra época, muchas veces no es que tampoco se mezclen. Pero en aquella época era muy normal casarse y engendrar hijos y otra estar enamorado. Y de hecho, en la literatura de la época, que yo menciono en el libro, abundan más las historias adúlteras que las matrimoniales. El amor, como pasión, siempre tiene algo de adúltero. Y yo he hecho una historia de amor de aquella época.

Y la religión, ¿mueve el mundo?

Entonces lo movía. Ahora, nosotros, los europeos, quienes pertenecemos a la civilización occidental, hemos conseguido apartar un poco, un poco solo, la religión de nuestra vida civil. Lo cual ha sido un gran logro. Pero no olvidemos que hoy día la religión está justificando guerras, matanzas y casos como lo de Siria, que si se investiga profundamente veríamos allí que hay tribus distintas que se oponen unas a otras por su concepto religión. La religión sigue siendo un gran perjuicio para el mundo, aunque ya no lo sea tanto para la civilización occidental que surgió de Europa.

La religión estaba en el telón de fondo de la Batalla de las Navas de Tolosa.

Sí. La batalla es una cruzada. Normalmente, el gran público cree que las cruzadas ocurren en Oriente. Pero aquí, en España, como había 'moros', también hubo cruzadas. El papa Inocencio III, que fue uno de los grandes papas de la historia de la Iglesia, decreta una cruzada, para intentar reunir a los cinco reinos cristianos de la Península y los que vengan de Europa para oponerse al líder árabe que sube de Marruecos. Esa es la historia básica.

Y en la civilización actual somos herederos de aquello, ¿no?

Yo diría más. Gracias a la Batalla de las Navas de Tolosa y a otras, los que poblamos España no estamos rezando cinco veces al día mirando a la Meca y las mujeres no llevan velo y pueden tener profesiones fuera de casa, que si no estarían cuidando de los hijos solamente. Por eso es tan importante la historia, con cierta perspectiva, pero también con cierta actualidad.

¿Tenemos mucho que aprender de la historia?

Deberíamos aprender de la historia. Lamentablemente, en España no estamos aprendiendo de la historia. Yo reivindico una cosa: Las naciones europeas que han criado y han crecido en paralelo con la española, están orgullosas de su historia y la estudian, como los franceses con Napoleón y los ingleses con sus héroes nacionales, como los piratas. Nosotros parece que tenemos que avergonzarnos de nuestra historia. Siempre estamos con lo políticamente correcto, avergonzándonos de El Cid Campeador, por ejemplo. Creo que todo esto hay que reivindicarlo.

¿Todavía estamos en la mentalidad del 98?

Si hay una soberana estupidez española es la Alianza de las Civilizaciones. Aquí nunca hubo una alianza de civilizaciones ni hubo convivencia. Esa imagen de la convivencia entre los cristianos, los judíos y los musulmanes es falsa. Nunca lo hubo. Hubo coexistencia. Y cuando los musulmanes fueron más potentes abusaron de los cristianos.

¿Qué valores medievales deberíamos tener ahora?

El caballero se preparaba para la guerra. Su educación consistía en la violencia. Pero la caballería era casi una institución que se basaba en virtudes, como por ejemplo la templanza, la generosidad, el tener piedad del caído o del vencido. Todas esas virtudes son valorables. Deberíamos ser así. No ha perdido vigencia, en absoluto.

Pero no es así.

No, porque vivimos en un mundo absolutamente desquiciado en el que estamos valorando cosas que no deberíamos valorar. Estamos viviendo una perversión de nuestra cultura.

Hay autores para quienes la historia es cíclica, ¿se puede equiparar la actualidad con cosas que ya ocurrieron?

Estamos viviendo algo muy parecido a la decadencia del imperio romano. La civilización occidental que nació de Europa podría compararse con la decadencia de Roma. Hay un autor de la Roma tardía, Amiano Marcelino, que se queja de que la juventud de Roma ya no cree en Roma, ni en la patria ni en nada. Primero, los jóvenes se dejan crecer el pelo, cuando el romano siempre tenía el pelo cuidado. Dice: Dejan “crines maiores”. Luego, se visten de pieles, “indumenta pelium”. Y, finalmente, se pasan la noche haciendo ruido en las plazas y molestando a los vecinos...

¿Era el botellón a la romana?

Estamos viviendo una especie de decadencia. Al imperio romano le hicieron caer los bárbaros, que lo invadieron. Pero no lo invadieron como creemos por las películas, por la fuerza. Fueron penetrando en las costumbres hasta que el imperio romano colapsó. Nosotros también estamos admitiendo a los bárbaros que traen sus costumbres. Y yo pienso que las costumbres no siempre son aceptables, pero como somos tan abiertos y tan políticamente correctos, aceptamos costumbres e ideas inaceptables. Todo eso concuerda mucho con la decadencia del imperio romano. Europa está en plena decadencia y no creo que sea algo reversible. Con la idea que tenemos de Europa y de nuestra libertad, no creo que dure más de cincuenta años.

¿Europa va a peor?

Sí, esto va a peor. Y la gente ya empieza a darse cuenta. La gente que antes era más políticamente correcta ya empieza a ver que esto va a peor.

La historia está escrita por los vencedores.

Siempre.

¿Y la literatura está escrita por los vencidos?

Es una mezcla de vencidos y vencedores. Cada uno escribe su literatura, obviamente. Cualquier objetivo puede decirse desde cualquier perspectiva. Por eso notamos que nadie escribe la historia definitiva de nada, sino que cada generación reescribe la historia.

La literatura hace a pocos escritorios millonarios y personas de éxito, pero ¿la felicidad puede encontrarse con la literatura?

La felicidad no existe. Existen momentos felices a lo largo de la vida. Como momentos tristes y momentos indiferentes. Tenemos que intentar acrecentar al máximo los momentos felices y menguar los momentos desgraciados. Hubo un sultán en Granada que escribió: “En mi vida he sido feliz nueve días y medio. No seguidos”. Más o menos eso lo puede decir cualquiera.