El estudio añade que, "sin embargo, en el norte de España, donde el índice de intencionalidad es elevado, la chispa detonante del desastre tiene lugar en las horas nocturnas".

Los datos aportados por Arden-Clarke revelan que entre 1980 y 1990 el fuego destruyó o dañó más de medio millón de hectáreas de bosque, maleza y tierras de pasto en la costa mediterránea europea.

Asimismo, afirma qe el 90 por ciento de la zona afectada está localizada en cinco países: Portugal, Francia, Grecia, España e Italia.

"En el resto de los países mediterráneos", agrega, "(en los que las cifras son menos fiables), parece ser que los incendios de bosques y arbustos sólo son un problema grave en Turquía y Argelia".

Según el autor, existe una estrecha relación entre la gravedad y cuantía de los incendios y las condiciones climáticas, y recuerda que en muchos de estos países prevalecieron condiciones desequía en 1981, 1982, 1985, 1986, 1989 y 1990.

MAS INCENDIOS PROVOCADOS

También hace alusión al incremento del número de fuegos provocados "deliberada y premeditadamente" en el mediterráneo occidental.

"Hay diversos motivos para ello, siendo uno de los más comunes el de despejar los bosques o las malezas para ampliar las tierras de cultivo y de pasto", explica Charlie Arden-Clarke.

Además, menciona los conflictos de propiedad, la utilización de las tierras o derechos de caza y la venganza ersonal como otros de los orígenes de estos desastres ecológicos.

Aunque advierte que las estimaciones son poco precisas, señala que los incendios destruyen anualmente alrededor de un dos por ciento de las áreas forestales de las regiones mediterráneas de Francia, España, Grecia e Italia.

DESAPARICION DE ESPECIES

Las especies cinegéticas, tales como el jabalí, el ciervo y el corzo, las liebres y los conejos, así como las que están en vías de extinción (el lobo europeo, el lince ibérico o el águla imperial ibérico), "pueden verse dramáticamente reducidas" a causa de estos siniestros.

Según el autor del informe, la degradación del suelo causada por la erosión puede hacer, además, que el restablecimiento de la cubierta vegetal sea difícil, "y en algunos casos imposible".

"El suelo erosionado", concluye, "produce una contaminación nutritiva y sedimentaria en las aguas superficiales continentales y costeras. Esta polución daña importantes hábitats de agua dulce y marina".