PSOE. El Comité Federal del PSOE inicia el relevo de Zapatero sin apoyar a ningún aspirante

- Sólo Tomás Gómez cuestiona abiertamente el procedimiento

- Ibarra insiste en que todos los dirigentes derrotados están deslegitimados y Barrio de Penagos se lo dice expresamente a Rubalcaba

MADRID
SERVIMEDIA

El Comité Federal del PSOE inició este sábado el proceso de sustitución de José Luis Rodríguez Zapatero en la Secretaría General sin decantarse por ningún aspirante y a la espera de que, quien quiera concurrir, dé un paso al frente y comience a recabar los apoyos necesarios.

El secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero, y el candidato en las elecciones generales del pasado domingo, Alfredo Pérez Rubalcaba, rindieron cuentas del resultado electoral en sendas intervenciones abiertas a los medios de comunicación, y después la dirección del PSOE debatió a puerta cerrada.

Según los asistentes al debate, prácticamente todas las intervenciones tuvieron dos ejes fundamentales. Por un lado, analizar las causas de la derrota en el sentido de reconocer el impacto de la crisis pero también errores propios que han contribuido a dispersar el voto progresista.

Por otro, enfocar el futuro inmediato del PSOE para intentar recuperar la mayoría electoral, y que pasa por fortalecer el partido, tanto en liderazgo como en proyecto, en ese congreso de febrero.

El procedimiento que regirá el congreso para elegir al secretario general fue refrendado por el Comité Federal con la única crítica expresa por parte del secretario general del partido en Madrid, Tomás Gómez, partidario de que sean los militantes los que elijan no sólo al candidato sino también el líder orgánico.

Su propuesta apenas fue secundada por los demás dirigentes, partidarios de preservar la legitimidad de la democracia representativa interna y huir de la premisa llevada al extremo de que ninguna decisión es legítima si no cuenta con el refrendo de la militancia.

MÁS DELEGADOS, MÁS PARTICIPACIÓN

Sí hubo, no obstante, quien abogó por aumentar el número de delegados hasta el tope marcado por los estatutos, de 500 a 2.000 aunque suelen estar en el entorno de los 1.000 y lo mismo sucederá en el congreso de febrero, con un delegado por cada 230 militantes o fracción superior a 115, lo que arrojará unos 960 delegados en función del censo.

En ese sentido, se pronunció expresamente el secretario general de los socialistas de Castilla-La Mancha, José María Barreda. También el extremeño, Guillermo Fernández Vara, habló de la necesidad de abrir el partido a una mayor participación de militantes y simpatizantes, pero sin referirse de forma concreta al congreso de febrero.

Todos los oradores, incluso los más críticos con el procedimiento y con el balance de gestión, agradecieron expresamente a Rubalcaba el esfuerzo desplegado durante la campaña electoral, pero ninguno dio el paso de respaldarle abiertamente para asumir el liderazgo orgánico.

Tampoco él formalizó ese paso ante el Comité Federal, aunque su reflexión inicial de que el programa sirve de base para la tarea de oposición sirvió a muchos para concluir que está dispuesto a dar el paso. La tónica general entre los dirigentes territoriales es, en todo caso, esperar a que, quien quiera, se presente, y a partir de ahí tomar posiciones.

Tampoco habló ante el Comité Federal la otra supuesta aspirante, Carme Chacón, que sólo hizo una reflexión genérica públicamente al llegar a la reunión, ni uno de sus grandes valedores, Barreda, que sonreía al ser preguntado y se limitaba a responder que, cuando haya candidatos, se pronunciará, aunque sus preferencias son “muy claras”.

RECHAZO A RUBALCABA

Muy claro también fue el expresidente de la Junta de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra al defender en el Comité Federal la misma tesis que ha defendido públicamente desde la noche electoral, en el sentido de que la derrota deja inhabilitados a todos sus protagonistas para aspirar al liderazgo.

Ibarra llegó a decir ante sus compañeros que todos los dirigentes de esta etapa deben “irse a casa”, y se dirigió a Rodríguez Zapatero para decirle que no hubiera sido secretario general si Joaquín Almunia no hubiera forzado con su dimisión una gestora que pilotó el congreso del año 2000.

Esa reflexión tuvo respuesta directa por parte de Zapatero, al decirle con una sonrisa que si él fue secretario general no fue gracias a la gestora, sino a que ganó el congreso frente a los otros tres candidatos.

Muy duro con Rubalcaba fue uno de los representantes de la corriente interna Izquierda Socialista, Juan Antonio Barrio de Penagos, al alertar de que quien tuvo tanto protagonismo en la primera etapa de gobierno socialista, la de Felipe González, y en la segunda de Rodríguez Zapatero, y ha sido derrotado en las urnas como candidato, no puede encabezar el proyecto para una tercera etapa.

Muchos dirigentes hablaron públicamente sobre la reunión y compartieron sus reflexiones por los pasillos de la sede del PSOE, pero una vez terminada la reunión del Comité Federal y aprobada la convocatoria del congreso para suceder a Rodríguez Zapatero, nadie habló sobre ello. Lo que toca ahora, dicen, es esperar a que hablen los aspirantes.

(SERVIMEDIA)
26 Nov 2011
CLC/MML/pai