El almacén de gas ‘Castor’, sumergido en aguas del Mediterráneo frente a las costas de las comarcas del Montsià, en Tarragona, y el Baix Maestrat, en Castellón, cesó su actividad el 16 de septiembre de 2013 por orden del Gobierno después de provocar miles de movimientos sísmicos.

La investigación, publicada en ‘Nature Communications’ reveló cómo los terremotos se fueron primero alejando del almacén de gas y acercándose a la costa, para posteriormente volver hacia el ‘Castor’ con las rupturas de los eventos sísmicos más grandes de la serie.

El análisis combinó diferentes técnicas sismológicas avanzadas y obtuvo información sobre las localizaciones de los movimientos, las orientaciones de las rupturas, o la dirección de propagación de las rupturas más grandes, entre otros parámetros, con el objetivo de despejar dudas sobre los terremotos.

El investigador Daniel Stich aseguró que los terremotos provocados por el hombre pueden ser “particularmente inquietantes” y generan dudas sobre la “controlabilidad e idoneidad” de las tecnologías responsables.

Asimismo, esta sismicidad se considera antropogénica y es frecuente en el contexto de explotaciones petrolíferas, aunque puede acompañar cualquier proceso que altere esfuerzos, presión o cohesión en el subsuelo.

En España, aparte de la sismicidad atribuida al llenado de embalses, uno de los casos más sonados de esta actividad inducida es la crisis sísmica de la plataforma ‘Castor’, especialmente tras la aparición de terremotos de magnitud alrededor de 4, que alertaron a la población de la costa y causaron un considerable impacto mediático, social y político, así como el interés de la comunidad científica.