Ecosistema
El CSIC concluye que algunas especies autóctonas pueden beneficiarse de otras invasoras, como la cotorra argentina
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Un estudio liderado por la Estación Biológica de Doñana del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado que algunas especies nativas pueden beneficiarse de ciertas especies invasoras, como es el caso de la cotorra argentina.
El trabajo explica que cuando una especie invasora es introducida en un nuevo ambiente, interacciona de manera irremediable con otras especies de la comunidad receptora. Entre las diferentes interacciones que surgen, las más estudiadas han sido las interacciones negativas, como la competencia, la depredación, la hibridación y la transmisión de enfermedades, ya que tienen impactos sobre las especies nativas. Por ello, se centra más en este caso en el impacto positivo de las interacciones.
La cotorra argentina ‘Myiopsitta monachus’ es un ave originaria de Sudamérica muy comercializada como mascota. Los investigadores señalaron que “tras numerosos escapes, intencionales o accidentales, esta especie ha logrado establecerse en diferentes países fuera de su rango nativo”. Y que “una de las claves de su éxito como invasor es su singular estrategia de nidificación, ya que es la única especie de loro que construye sus nidos, un conglomerado de ramas que alberga cámaras internas, que la cotorra ocupa todo el año, llegando así a formar grandes colonias”.
Por otro lado, el grupo de investigación dio a conocer que para el trabajo, se realizaron campañas de muestreo en zonas rurales y urbanas de siete países entre 2013 y 2020, monitorizando poblaciones nativas e invasoras de cotorra argentina y censando los inquilinos que ocupaban sus nidos.
Es así como el grupo pudo comprender los factores que favorecen la presencia, abundancia, riqueza y persistencia de inquilinos en estas colonias, además del tipo de interacciones que ocurren entre las cotorras hospedadoras y sus inquilinos.
En este sentido, los científicos indicaron que del total de 2.595 nidos de cotorra argentina que se monitorizaron, se registraron 2.690 nidos de 42 especies inquilinas diferentes, “en su mayoría aves que nidifican en cavidades y que estaban presentes en el 26% de los nidos de cotorra”. Dicha proporción de ocupación era más baja en las zonas invadidas que en las zonas nativas de la cotorra.
El estudio demostró que la presencia, abundancia y riqueza de inquilinos fueron más altas en las zonas invadidas que en las nativas, en nidos con un mayor número de cámaras y, sobre todo, en aquellos localizados en zonas rurales.
Estos parámetros, junto con las diferentes estrategias de nidificación de los inquilinos, daban como resultado colonias mixtas de especies. Además, evidenciaron que los nidos de cotorra argentina usados por inquilinos también era un recurso “valioso” para estos últimos, ya que su persistencia en estos nidos a lo largo de los años de estudio, se vio favorecida en especial en aquellas colonias establecidas en zonas rurales, con más cámaras y menos densidad de cotorras hospedadoras.
En cuanto a las interacciones entre hospedador e inquilino, el estudio arroja que las agresiones registradas entre ambos fueron el 21% de las interacciones y que fueron iniciadas, en su mayoría, por la cotorra hospedadora, aunque menos de la mitad de estas agresiones dieron como resultado la expulsión del inquilino de la colonia.
Sin embargo, el trabajo también devela que, a pesar de estas agresiones y del robo de nidos por parte de algunos inquilinos, ocurrieron eventos de cooperación entre especies en la defensa de las colonias frente a depredadores como rapaces y ratas.
En este sentido, los modelos mostraron que dicha cooperación “facilitaba el éxito en la defensa antidepredadora”. En consecuencia, los hospedadores e inquilinos desarrollaban una “relación compleja de inquilinismo” que podían resultar positivas, negativas o neutras para la cotorra hospedadora“.
(SERVIMEDIA)
21 Jul 2021
XSF/gja