A este respecto, aconsejó elegir los alimentos “cuidadosamente” y “en particular” los envasados leyendo sus etiquetas para asegurarse de que no contienen hiziki y recordó que esta variedad de alga es la única con altos contenidos de arsénico inorgánico, por lo que esta recomendación no es aplicable a otras especies de algas.

Asimismo, subrayó que, cuando se someten a un proceso de ebullición, las algas hiziki reducen su contenido en arsénico total, por lo que la ebullición es un proceso culinario “eficaz” para disminuir el riesgo de exposición al arsénico, tal y como recoge en una publicación con recomendaciones de consumo de esta variedad de alga, también conocida como hijiki, MeHijiki o Hizikia fusiforme y que se caracteriza por su apariencia negra y filamentosa, tiene una textura blanda y con un sabor salado.

Generalmente se vende para su uso en sopas, ensaladas y platos preparados a base de verduras y se utiliza principalmente en restaurantes japoneses o coreanos como aperitivo o entrante, según precisó la Aesan, que instó a no confundirlas con las algas habituales empleadas en la elaboración de sushi.

Por lo que respecta a los operadores alimentarios, recomendó evitar el abastecimiento de hiziki como ingrediente alimentario, comprobar “cuidadosamente” el suministro de algas marinas y su etiqueta para asegurarse de que no es hiziki y evitar su uso como ingrediente en cualquier tipo de alimentos como entrantes, aperitivos en cocinas japonesas o coreanas.

FABRICANTES

Por su parte, los fabricantes que, en su caso, envasen algas hiziki o produzcan productos alimenticios que las contengan como ingrediente deben proporcionar recomendaciones de consumo en la etiqueta de los alimentos, en función de las concentraciones de arsénico detectadas en sus productos, para que los consumidores tengan un “consumo seguro”, según Aesan.

La agencia puntualizó que hay “suficiente evidencia” de que el arsénico inorgánico es cancerígeno en humanos pudiendo dar lugar a cáncer de vejiga, pulmón y piel, tal y como han constatado la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA).

Además, se trata de un elemento que presenta “numerosos efectos tóxicos” en el sistema nervioso, respiratorio, cardiovascular, siendo las lesiones en la piel el principal efecto adverso asociado a una exposición “prolongada”, según la Aesan.