La tradición que se inició en 2006 quedó amortiguada en esta edición por las precauciones tomadas por la organización, que situó al público a 100 metros de ambos flancos de las tribunas de autoridades, ubicadas en la plaza de Neptuno.

En cualquier caso, los espectadores más cercanos a ellas respetaron el silencio requerido por los altavoces en los momentos más solemnes del evento, como la llegada en paracaídas y el izado de la bandera y el homenaje a los caídos.

Únicamente un grupo de espectadores situados en el Paseo de Recoletos prorrumpió en gritos y abucheos cuando vio por las pantallas instaladas en la calle el saludo entre el Rey y Zapatero. La llegada del presidente del Gobierno no se anunció por los altavoces, por lo que pilló por sorpresa a los alborotadores, cuyo intento de sabotaje apenas se percibió en la plaza de Neptuno.

De hecho, la incidencia más notable del evento tuvo lugar antes del comienzo del desfile, cuando uno de los alabarderos de la Guardia Real sufrió un desmayo mientras aguardaba en posición de firmes a la llegada de los monarcas. Sus Majestades llegaron en coche por el paseo del Prado; el Rey recibió los honores y seguidamente pasó revista a los tres batallones de la Guardia Real desde el propio vehículo.

ACTOS SOLEMNES

A continuación, dos de los integrantes de la Patrulla Acrobática Paracaidista del Ejército del Aire, con sede en Alcantarilla (Murcia), descendieron ante la Tribuna Real, el primero en calidad de escolta y el segundo portando la bandera de España.

La Familia Real y los miembros del Gobierno, desde dicha tribuna; las principales autoridades de las cámaras legislativas y otros órganos del Estado central, en la tribuna situada a su derecha, y los presidentes de las comunidades autónomas, en la de su izquierda, aplaudieron la acrobacia.

Un representante del Ejército de Tierra, otro del Aire, otro de la Marina y otro de la Guardia Civil acercaron la enseña nacional al mástil y la izaron entre los acordes del himno nacional, interpretado por la banda de la Guardia Real. Tras este acto emblemático, tuvo lugar el no menos solemne del homenaje a los caídos, coronado por el vuelo de cinco aviones que dejaron en el cielo los colores de la bandera española.

Inmediatamente comenzó el desfile propiamente dicho, en esta ocasión organizado por la Brigada de Infantería Acorazada "Guadarrama" XII, que acaba de volver del Líbano como aportación española a la misión de la ONU en este país, Finul.

Circularon primero las motos de la Guardia Real, luego el Estado Mayor y la propia Brigada "Guadarrama" XII, seguidas de una representación de la Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil y de la Unidad de Reservistas Voluntarios. Entre los veteranos, fue destacable la presencia, por primera vez, de un exmilitar ciego y otro parapléjico.

Después cruzaron ante la Tribuna Real, con ocasionales saludos de "Viva el Rey", representantes de la Agrupación Motorizada y de la Acorazada /Mecanizada. Luego se produjo el desfile aéreo y, sin solución de continuidad, el desfile de las unidades a pie y a caballo. Para las 13.00 horas quedó pendiente el arriado de la bandera por una Unidad de Honores de la Armada.

A los pocos minutos de marcharse las autoridades a la recepción en el Palacio Real, el paseo del Prado se abrió al tráfico de peatones, quienes, intercalados con integrantes de la Unidad Militar de Emergencias y bajo acordes de marchas militares, abarrotaron rápidamente la calzada y las tribunas de prensa para disfrutar de una efeméride en la que el Gobierno, pòr primera vez, ha dispuesto actividades de carácter civil con apertura de museos y monumentos como complemento del desfile.