La organización precisó que esto lleva a que niñas y adolescentes piensen que “están malditas, que son trasmisoras de enfermedades y que pueden llegar a morir cuando sangran por primera vez”.

En este sentido, la directora de Programas Internacionales de Plan International, Elspeth Chapman, destacó que casi la mitad de las adolescentes de Uganda e Indonesia no van a la escuela cuando están menstruando. Según una investigación de la organización, pueden perder hasta 24 días de clase al año. En este sentido, Chapman propuso hablar abiertamente de la menstruación para “derribar sus mitos”.

A este respecto, Plan Internacional señaló otros mitos existentes en diferentes culturas, por ejemplo, que una niña debe casarse después de su primera regla o la idea de que no se debe tocar nada porque “se ensucia” y el evitar que otras personas se enteren. También es usual que se aconseje a las adolescentes y mujeres no practicar deporte, bañarse o ducharse, no visitar lugares de culto, comer ciertos alimentos o cocinar con la regla. En ciertos lugares, las mujeres tampoco pueden hacer las tareas del hogar o interactuar con hombres y niños.

Por otro lado, la organización expuso que este año la falta de movilidad provocada por la Covid-19 aunada a los encierros, han hecho que las “prácticas limitantes regresen a veces con más fuerza, amparadas por el silencio y el anonimato del interior de las casas”. A esto se le añade que la pandemia ha dificultado más el acceso a productos de higiene menstrual en muchos países. La escasez de productos y la subida de precios, que en muchos países ya eran altos al considerar este tipo de productos “artículos de lujo”, hacen que muchas mujeres no puedan comprarlos y tampoco se prioricen en el gasto familiar.