Durante la clausura del ‘Observatorio de las Finanzas’ organizado por Invertia, reconoció que las proyecciones del BCE a corto plazo ven, sin embargo, “muy probable” que el PIB del primer trimestre “sea negativo” para el conjunto de la eurozona. En el segundo trimestre pronosticó que “dependerá” de la vacunación y de “las medias que están tomando los diferentes gobiernos en las últimas semanas”.

Al respecto, reparó en que la evolución de la actividad está actualmente siendo mixta, con un sector industrial que “se está comportando relativamente bien en Europa” y un sector servicios afectado por la distancia social impuesta con las restricciones, que limitan su desarrollo.

Guindos realizó esta proyección al ser cuestionado sobre la disponibilidad del organismo supervisor y monetario europeo para ampliar el programa de recompra de deuda. “Nuestro programa se ajusta a lo que es la pandemia, se ajusta a lo que son las necesidades de la misma”, garantizó, abriendo la puerta así a una readaptación en función de las condiciones económicas y financieras.

Según recordó, el programa se ha ampliado ya en dos ocasiones y en estos momentos “tiene un tamaño de 1,85 billones anglosajones”, con la intención inicial de que esté vigente hasta finales del primer trimestre del próximo ejercicio. “Pero, lógicamente, en cualquier momento el programa se puede reajustar, se puede reequilibrar en función de cómo vaya siendo el impacto de la pandemia en la economía”, remarcó.

Guindos explicó que el BCE ha buscado y logrado mantener unas condiciones de financiación para los gobiernos, para familias y para empresas “que sean las mejores posibles y con unos tipos de interés muy muy reducidos”.

“UNA TRAGEDIA”

“Cuando uno ve la situación de tipos de interés, creo que ha sido un programa que ha evitado una debacle financiera muy superior”, reivindicó, subrayando de forma expresa que la política desplegada por el BCE “ha evitado, por ejemplo, una crisis de deuda a algunos países” de la UE que “hubiera sido una tragedia”, al sumarse a la sanitaria y a la “profundísima” crisis económica.

En otro orden de cosas y preguntado por los estudios que está acometiendo el BCE para tener o no una divisa digital, explicó que se trata de una prueba piloto para analizar los potenciales impactos que llevaría parejo su lanzamiento, aunque se mostró convencido a título personal de que “va a ser una obligación para todos los bancos centrales”.

Argumentó su convencimiento en la realidad de que la digitalización está más en la vida de cada día, lo que hace “necesario, incluso, tener unos medios desde el punto de vista de los pagos ajustados a lo que es esta digitalización, cada vez más avanzada y que progresa con mayor intensidad en estos momentos”.

Reconoció que el análisis al que está obligado el BCE es preciso “hacerlo con cuidado porque puede traer impacto y repercusiones desde el punto de vista de lo que es la estabilidad financiera”, ya que se daría la posibilidad de acceso a cuentas en euros digitales a toda la población europea y “no es baladí” ver cómo se realiza eso y se instrumentaliza.

“Pero si quieres mi opinión, yo creo que lo digital está ahí. Tenemos que ver todas las implicaciones, hacerlo con extremo cuidado y con extrema atención, pero evidentemente es un signo de los tiempos que es la digitalización”, concluyó.

De lanzarse, apuntó que sería un medio de pago garantizado por el BCE que no vendría a sustituir a la liquidez o a los billetes que conocemos, sino “solo un complemento” de los mismos.