Tribunales
Villarejo invoca ante el juez una máxima del KGB: “Pueblo de borregos merece Gobierno de lobos”
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El excomisario José Manuel Villarejo hizo uso de su derecho a la última palabra en el primer juicio al que se enfrenta por denuncia falsa y calumnias al exdirector del CNI Félix Sanz Roldán. Se presentó como una víctima de las altas instancias, se dio por condenado, y acabó invocando ante el juez una máxima del KGB (el servicio secreto soviético): “Pueblo de borregos merece Gobierno de lobos”.
En una intervención de nueve minutos, Villarejo se quejó al magistrado de que no le haya dejado interrogar directamente a los citados en el juicio, alegando que se vulneraba así el principio de igualdad de armas. “Mis preguntas habrían sido distintas”, dijo, insinuando que habría sido más incisivo que su abogado.
“A mí ya me lo han quitado todo”, continuó, “llevo cuatro años de jueces, instrucción… Pero lo que no me van a robar es mi convicción de que sigue habiendo justicia en España y voy a seguir hasta el final creyendo que la inmensa mayoría de los jueces y fiscales españoles son honorables, son independientes y se sienten libres para actuar según su conciencia, no según las presiones que reciban de muy alto nivel”.
Sin identificar a ningún interlocutor, Villarejo afirmó que “antes de venir a este juicio ya se me ha advertido que por razones de Estado tienen que condenarme y que la gravedad de la pena dependerá de cómo sea de virulento en mi declaración, pero que no hay más remedio que desacreditarme y que tengo que ser condenado como falsario”.
Algo que, según su punto de vista, “es una contradicción, porque dicen que no soy creíble, pero al mismo tiempo que soy un peligro para la seguridad del Estado. Una de dos, o soy un mentiroso, o soy una persona peligrosa. Pero decir las dos cosas es creer que el ciudadano es menor de edad”.
El excomisario se mostró convencido de que sus problemas "empezaron cuando cuestioné actuaciones del señor Roldán y cuando lo denuncié. Fue una irresponsabilidad mía pensar que todos éramos iguales ante la ley y que nadie estaba por encima. Nunca habría tenido problemas, jamás, si hubiera dejado de cumplir con mi obligación y hubiera hecho lo que todo el mundo hacía: mirar para otro lado por miedo a represalias”.
En defensa de los servicios prestados, el excomisario esgrimió que “no es de recibo haber trabajado como (agente) encubierto durante más de 30 años con gobiernos del PSOE y del PP, y de pronto descubrir que soy un tipo muy extraño, muy malo y que tengo que estar en la cárcel”. Y concluyó: “No todo vale para destruir a una persona. No todo vale para demostrar que se tiene poder para aniquilar a alguien”.
(SERVIMEDIA)
15 Ene 2021
SGR/clc