Los agentes comenzaron con las investigaciones en el mes de junio a raíz de diversas quejas vecinales en torno a uno de los inmuebles. Las gestiones practicadas permitieron comprobar que la vivienda desprendía un fuerte olor a marihuana y que presentaba un enganche ilegal en el contador de red eléctrica.

Los investigadores descubrieron que dos personas que acudían habitualmente a ese inmueble también visitaban con frecuencia otro domicilio en la misma calle, comprobando posteriormente que en su interior también existía otra plantación.

Las habitaciones donde se encontraba el cultivo eran idénticas en los dos domicilios, encaminadas a ocultar la actividad que se desarrollaba en su interior. Las ventanas de las estancias se encontraban tapiadas y forradas con un material aislante empleado para el ruido y para impedir que el olor se desprendiese hacia el exterior.

También estaban dotadas de sistemas de ventilación, iluminación y riego idóneos para la explotación de este tipo de cultivo.