Los ictus sufridos en pacientes con Covid-19 son más graves, provocan más discapacidad a largo plazo y mayor mortalidad, según alertaron los enfermeros. Cada año se producen más de 120.000 casos en España es el primer motivo de invalidez en los países occidentales.

Por ello, los enfermeros han iniciado una campaña para enseñar a la población cómo detectar y actuar frente a un ictus.

“Si una persona al sonreír o enseñando los dientes tiene la boca torcida, presenta dificultades de movimiento para sentarse o levantarse, no puede levantar los brazos, tiene problemas para hablar o lo hace sin sentido, pierde la visión o tiene sensación de vértigo o desequilibrio y dolor de cabeza intenso y repentino, puede estar sufriendo un ictus”, explicaron.

Por eso, ante una sospecha de ictus hay que pedir a la persona que lo sufre que intente sonreír o que conteste alguna pregunta, así como levantar los brazos. Si lo que le pasa es compatible con un ictus, “es imprescindible buscar asistencia sanitaria urgente”, destacó el presidente de las enfermeras españolas, Florentino Pérez Raya.

El ictus puede darse a cualquier edad, pero su incidencia aumenta a partir de los 60 o 65 años. Entre un 25 y un 30% de los afectados tiene menos de 65 años.

“Tener unos hábitos de vida saludables, abandonar el tabaco, controlar el colesterol y la diabetes, cumplir con los tratamientos prescritos o evitar el consumo de alcohol son claves para la prevención”, aseguraron desde el Consejo General de Enfermería.

No obstante, también es recomendable prestar atención a la presión arterial, la detección precoz de la hipertensión y, sobre todo, saber si se tienen antecedentes familiares para establecer un control.