“Se trata de tener suficiente producción en masa para poder proveer al conjunto de la población”, explicó la ministra, detallando que por eso se ha “puesto en contacto con empresas que tienen la mirada puesta en España para hacer inversiones en productos sanitarios”.

El problema de carestía de materiales como mascarillas, batas o respiradores se ha agudizado con la acusada deslocalización industrial. Para paliarlo, el Gobierno, a través de Industria, está impulsando la producción con el triple objetivo de atender primero la demanda inmediata y otra nueva que pueda surgir a corto plazo, “ampliar y consolidar un tejido” productivo nacional e “ir preparando una reserva estratégica de cara al futuro”.

Maroto reconoció aquí los múltiples proyectos puestos en marcha gracias a la solidaridad mostrada por innumerables empresas de distintos sectores y restó importancia a algunos proyectos que fracasan por no seguir las guías técnicas sanitarias.

Según explicó, lo que se está haciendo “responde al interés general” y es preciso “abordar los proyectos con rigor”, siendo necesario a tal efecto la tutela del Gobierno y las autoridades sanitarias para que puedan contar con las especificidades técnica que requiere la agencia del medicamento. “Son vidas humanas, cualquier proyecto tiene que ser tutelado”, explicó.

La ministra reconoció que el esfuerzo está puesto en este momento en la fabricación para contar con suficiente material, ya que, aunque con los proyectos en marcha se cuenta con más de dos millones de mascarillas, “no es suficiente abordaje para el conjunto de la población”, lo que obliga a seguir comprando.

En cuando a su precio futuro admitió que si resulta necesario se tomarán medidas para lograr que se encuentre controlado y no se dispare en su venta a los ciudadanos como se hay hecho en el precio de otros servicios como los funerarios. “Si el precio tuviera que ser regulado lo haremos para los servicios esenciales”, afirmó.